Sin más introducciones, déjame que comparta contigo lo que escribí hace poco, con este mismo título, en mi colaboración mensual en Mundo Cristiano.
En ella te hacía partícipe de una noticia que había leído por aquellas fechas.
El titular destacaba: “Una monja de 81 años es elegida por la BBC entre las 100 mujeres más influyentes del año”.
La hermana Fernández; una modesta religiosa de Singapur; de 81 primaveras: nunca mejor dicho. Por todo lo que ella hace brotar: por la luz, el calor y el color que aporta. Un color esperanza, ese -tan pegadizo- que cantaba Diego Torres.
Singapur es el estado más pequeño de todo el sudeste asiático. Allí, ni un 3% son católicos. Y allí, esta monja lleva décadas acompañando personal, anímica y espiritualmente a quienes… van a ser ejecutados en la horca.
Todo empezó en 1981. Cuando la hermana acompañó por el corredor de la muerte y hasta el final a Catherine, una exalumna suya.
“Cada persona vale más que lo peor que ha hecho… Todas las personas merecen una muerte con dignidad”, afirma. Y así, las arropa. Y les ayuda a comprender que, con el perdón y la sanación, podrían ir a un lugar mejor. Les transmite la Misericordia de Dios. Y cala: “Voy a ver a Dios por la mañana -le dijo un penado-, y cuando lo haga le contaré todo sobre ti”.
“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. La frase se atribuye a Eduardo Galeano, aunque algunos ponen términos parecidos ya en boca de San Juan Bautista de La Salle.
La cita no encaja exactamente con la hermana Fernández: ni ya es gente pequeña, ni hace cosas pequeñas…
Pero… puede ser aplicable a ti y a mí. ¡Hay tantas personas, sin pena de horca y sin ir a Singapur, en un corredor de muerte! Rotas, heridas, enfermas, ancianas, o solas… ¿Las arropamos?
Postdata. Si la BBC quiere encontrar verdaderas influencers sin salir de casa… que pase por cualquier convento de clausura.
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