Nos salva el amor

Nos salva el amor.

Toda persona necesita sentirse querida, saberse querida, ¿no es cierto?

Sin amor, la vida debe de ser un verdadero infierno.

Aunque hay quien, a veces, no cree que merezca ser amado. Ni siquiera se quiere a sí mismo como debiera. Terrible.

¿Merecer? Si el amor se comprara (¿a cuánto el kilo?), tendría un precio material: luego… no sería amor.

El amor -aunque hay que mimarlo, cuidarlo a diario, por su valor- no tiene precio (como todas las cosas importantes de la vida).

¡Ay, si el amor fuera cosa de merecer, pecador de la Pradera!, que diría Chiquito de la Calzada ¿a quién le alcanzaría?

El verdadero amor es regalo; es don; es un presente incondicional

Por ello, deberíamos ser lo suficientemente humildes para aceptar y -consecuentemente- agradecer el amor de quien nos quiere. De quien nos quiere así: tal y como somos. No como hubiésemos querido ser; o como al otro le hubiese gustado que fuéramos.

Porque hay quien te ama -y al otro y a mí- tal como eres; con tus virtudes y tus defectos; con tus caídas y con tus luchas. Con tus -con mis- miserias.

A pesar de todas ellas, de que hayamos fallado, hay quien, porque quiere, perdona; que perdona porque quiere.

Y que está encantado de que pases página y hasta te anima a que estrenes otra nueva, en blanco, ¡con el empeño de escribirla con tu mejor caligrafía!

El amor es capital, aunque no busca su propio interés.

Un referente de amor: el de un padre o una madre

Todos hemos vivido la experiencia del amor -gratuito, naturalmente– de una madre; del de un padre.

A veces, porque lo somos. Y siempre, porque somos o hemos sido hijos.

Aunque en ocasiones parezcamos olvidarlo:

  • Apenas fuimos concebidos ya generábamos ciertas molestias, y con frecuencia incluso náuseas, en quien estaba de buena esperanza (déjame que lo exprese así).
  • Nacimos causando dolores de parto; sucios, quizá arrugados, sin duda frágiles; llorando… ¡Y nos abrazaron y llenaron de besos!
  • Continuamos nuestra trayectoria vital… impidiendo conciliar el sueño de nuestros progenitores (esto a veces -permíteme indicarlo- empieza al poco de nacer, pero resurge… más allá de la adolescencia -a veces mucho más allá-…).
  • Manchamos pañales… que alguien hubo de cambiar, e incluso llegó a haber quien lo hiciera con una sonrisa.
  • Nos agarrábamos rabietas injustificadas… ante las que se nos respondía con santa paciencia…

Y nos querían. ¡Nos seguían queriendo! Y así, año tras año… hasta hoy; hasta el final. O incluso más allá.

A pesar de que, ya crecidos, sigamos generando molestias, causando dolor, mostrando fragilidad, impidiendo dormir, agarrándonos rabietas… (o -el que vive a todo llega…- acabemos manchando pañales), siempre hay alguien que nos ama: Arriba y/o abajo. Ojalá sea «y».

Un padre, una madre, aman -amamos- siempre

Y porque queremos a nuestros hijos, en ocasiones, sufrimos por o con ellos. En carne propia.

Porque se sufre tanto como se ama. Amor y dolor van frecuentemente entreverados. El amor a veces duele. ¡Y cuánto! ¿Eh, Javier?

Por cierto, si tienes fe, regálale un avemaría… o las que quieras. Y, siempre, dale tu afecto, tu apoyo y solidaridad.

A los hijos se les ama con todo el corazón, con toda el alma.

Incluso, a veces, se nos ama más allá de todo mérito. O de todo hecho perpetrado en el pasado.

Recuerda que el amor es un regalo, un presente incondicional.

El amor verdadero no se recrea en balances pretéritos. No calcula resultados. Y sabe bien que, a veces, lo meritorio es el camino, más que la meta.

Deja que comparta contigo un vídeo que me ha hecho pensar:

En él, un pequeño, frágil, casi tambaleándose -muchas veces como tú, como yo, permíteme la metáfora-, intenta caminar hacia los brazos de su padre, que le espera con amor, con un nudo en la garganta y un corazón que palpita.

El padre lo podría alcanzar al primer y torpe paso. Pero sabe que no debe.

Quiere que el niño disfrute de su libertad, de su autonomía… y de su propósito. Y le deja hacer.

El papá estira sus brazos, se le acerca -casi disimuladamente-. Y, al fin, lo abraza. Y se lo come a besos, haciéndole fuerte en su fragilidad.

El niño ¿ha exhibido algo más especial que su dificultad de caminar?

¡Desde luego! Ha mostrado algo mucho más importante: su firme voluntad de hacerlo. Un empeño que iba acompañado de amor en todas las direcciones.

Por ello, el padre mira, con ojos llenos de amor, sí, lo que su niño hace, pero sobre todo lo que el pequeño es: ¡su hijo! Y admira su esfuerzo, su pundonor.

Concluyo y te recuerdo: es el amor que nos salva

Te comentaba antes que todos hemos sido hijos. Todos, también, somos seres que compartimos la condición humana. Y que, además, deberíamos compartir la humanitaria.

Falibles y frágiles como todos somos, llenos de limitaciones y de heridas, tenemos sin embargo el futuro abierto a la esperanza.

Si de veras lo queremos, más allá de cualquier merecimiento, nos salva el amor.

Un amor que -si es del bueno- va más allá de los tropiezos de nuestro pasado, más allá de nuestros torpes pasos dados… El amor nos abraza a pesar de esa realidad.

Por ello, si nos lo proponemos, siempre podemos recomenzar. Y trabajar, desde el arrepentimiento y el perdón (¡qué gran regalo!), por crear un nuevo final.

Un final en que no hay otra caída que aquella que se produce en unos brazos que te acogen; porque te aman.

Te aman, también -o precisa y preciosamente-, en tu fragilidad.

15 comentarios en “Nos salva el amor

  1. Buenas tardes José,

    !Qué video más emotivo! Tengo que reconocer que se me han saltado las lágrimas. !Una maravilla!.

    Es cierto, !Qué sería de nosotros si no tuviéramos amor! Un bebé puede morir si no recibe el amor que necesita. Ya en edad más avanzada pueden morir o quitarse la vida porque no reciben ese amor que necesitan. Y como bien dices , amores, !hay muchos!.

    Como se trata de compartir aquí os envío este video que me imagino que conocerás y que está inspirado de una historia real. Necesitamos a muchas personas como María, protagonista de este cortometraje llamado «Cuerdas».

    Un saludo,

    Norma : )

    Le gusta a 1 persona

  2. Buenas! Aquí Jaír, de EfectiVida.
    Muchas gracias por el regalo en forma de artículo. En un mundo lleno de malas noticias, de banalidades y violencia sin sentido, leer al amor no tiene desperdicio.
    Como tu dices, el amor, como tantas otras cosas importantes, no es medible. Es una de esas cualidades que, cuanto más das, más te queda.
    Me gusta mucho la frase de “no hay temor en el amor”. Así que no temamos amar.
    Un abrazo afectuoso desde Canarias!

    Le gusta a 1 persona

  3. Hola Jose,
    Muy bonitas, profundas y acertadas reflexiones. Cada vez que recibo uno de tus mensajes, lo dejo apartado para disfrutarlo en un momento de tranquilidad. Así lo degusto tranquilamente y lo leo sin prisas, para apreciarlo en toda su extensión.

    Me gusta

    • Muchas gracias, amigo Luis. A ver cuándo nos vemos. Me paso la vida viajando entre Pamplona (de mis amores) y Madrid. Pero… ¡tenemos que vernos! Me alegrará un montón.
      Un abrazo fuerte,
      José

      Me gusta

    • Lo del Pamplona de mis amores lo digo (explico para quien no lo conozca) por esa preciosa canción propia de nuestro folclore que dice así (podéis buscarla en Google): “Por mucho lejos que estés, Tafalla de mis amores, a tu lado volveré, vergel de mozas y flores”. 😉

      Me gusta

  4. Interesante artículo.

    Como dice Juan Manuel Cotelo «Muchas veces no perdonamos porque medimos, ay no sé si voy a poder hacerlo ahora, no. No lo pienses y hazlo». Unos ejemplos de amor se ven la película documental de «EL MAYOR REGALO».

    Otra frase y es de la Santa Teresa de Calcuta: «Ama hasta que duela y si te duele es buena señal». Si es que he leído bien algún escrito suyo.

    Creo que alguna vez me he preguntado ¿lo que estoy haciendo lo puedo dejar para luego o mañana? y si se puede estupendo porque así estamos más juntos en familia.

    Otra pregunta o reflexión que hice «¿Si a nosotros nos cuesta perdonar cuánto más les costará a los que han hecho mucho daño?».

    Igual esto es para otro artículo pero hablaba Juan Manuel Cotelo de que uno se hace malo empezando con pequeñas dosis de odio, rencor, etc por eso me estoy esforzando cuando traen al sobrino para enseñarle a amar y no a maldecir o decir cosas feas aunque todavía no habla bien porque tiene 2 años pero se le entiende.

    Trailer de la película de «EL MAYOR REGALO» y conferencia de Juan Manuel Cotelo:

    https://bit.ly/2DwMEYb

    El otro día me preguntaba y reflexionaba de que si todos sólo daríamos amor entonces quizá no existiría el dinero 🙂 porque le daríamos a la persona de al lado lo que necesite sin esperar nada a cambio ¿no?

    ¡¡Abrazoo!!

    Me gusta

    • Un abrazo muy fuerte, Gonzalo. ¡Cuánto me gusta encontrarte por aquí! Feliz día de San Francisco Javier. Feliz día de Navarra y muchas gracias por todo lo que dices y lo que haces.
      Un abrazo fuerte,
      José

      Me gusta

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.