Y tú ¿aportas lo mejor de ti?

barril vino pixabay

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Dame tres minutos se nutre sustancialmente de posts de mi puño y letra. Lo de ‘puño y letra’ es un decir; más bien, ‘teclado y letra’.

Algunas entradas muy valiosas, sin embargo, tienen otra autoría. Quienes colaboran con sus escritos -además de permitir que el suscribiente ‘libre’ una semana, lo cual es muy de agradecer- aportan a este blog una gran riqueza: lo haga José Antonio Marina (enlace) o, por señalarte el último, Rufino Lasaosa (enlace).

Dicho lo anterior, hay posts del aquí presente que tienen una clara inspiración.

En este caso, casi me ha hecho esta nueva entrada (al contarme una historia) mi amigo José Fernando.

José Fernando y yo cultivamos una amistad que crece al ritmo de nuestras conversaciones. Que suelen ser de… algo más de tres minutos.

En ellas, agradezco mucho a Dios que me haya dado dos orejas. Y no precisamente para sujetarme las gafas -que también- sino porque todo lo que escucho de boca de mi amigo JF es bueno. ¡Ay, si Dios le hubiera dado dos bocas! Lo digo porque ¡cuánto se aprende con él! Precisamente por eso le dio uno de los oficios más importantes del mundo…

Hala, entremos en materia. Déjame que te cuente:

¿Conoces la historia del tonel del mejor vino?

El rey de un país lejano anunció una visita a una de sus regiones. La misma era muy conocida tanto por sus viñedos como por la calidad de sus caldos.

Las autoridades de la zona, pensando en obsequiar al monarca con un magnífico regalo, rápidamente convocaron a todos los bodegueros. Había que proveer a su majestad de una barrica del mejor vino. Y, ¿cuál era este, si todos eran excelentes?

Aquí empezaron las discrepancias entre los afectados. Se inició un tira y afloja (con más tiras que aflojas, a decir verdad) y un fuerte debate que corría el riesgo de avinagrarse. Porque, ¿cuál era el mejor vino?

Todos querían que el tonel elegido fuera el de su bodega.

¿Destilaban generosidad, afán de protagonismo, pura estrategia de mercado?

Las autoridades (que no querían que la decisión les salpicara: las manchas de vino son difíciles de quitar) optaron por una solución salomónica: el barril para su majestad se rellenaría con una jarra de vino de cada bodeguero.

Dicho y hecho: una hermosa barrica de roble, acompañada de un bello jarro de cerámica artesanal, fue transportada, en una carreta tirada por un caballo, por todas las localidades de la región.

En cada una de ellas, cada bodeguero vertía su correspondiente aportación.

Llegó, al fin, el día de la visita real. 

El sol brillaba radiante, que dirían los cronistas. O hacía un calor de espanto, que diríamos tú y yo: se caían los pájaros.

Todos los bodegueros estaban presentes, próximos a la tribuna principal, junto a las autoridades de la región. En cuanto llegase el rey y tras los saludos de rigor, se procedería al acto de entrega de la barrica y el artesanal jarro.

Y así fueron las cosas, yendo a lo que nos ocupa:

El monarca se mostró conmovido ante un obsequio tan compartido y colectivo. ¡Su pueblo le amaba! Y él amaba a su pueblo.

El rey, tras mostrar su gratitud con hermosas palabras, rompiendo todo protocolo, solicitó probarlo allí mismo; brindaría y bebería un poco de tan generoso caldo, que pidió se vertiera en la artesanal jarra cerámica.

El monarca recibió el jarro y, entre aplausos, lo alzó en homenaje de gratitud y reconocimiento a tan generosos anfitriones.

Tras acercarlo a su boca … pasó un mal trago: ¡Aquello era agua!

¿Qué había ocurrido?

Simplemente que cada bodeguero de la región, cuando fueron a recoger su vino, pensó: ya que mi entidad no va a ser protagonista en el evento, no voy a ofrecer gratuitamente mi mejor caldo. Somos muchos los que hemos de llenar la barrica y ¡no pasa nada porque la parte que yo vierta sea agua pura y cristalina! Una jarra en nada afecta a todo un tonel.

El problema es que todos pensaron lo mismo… Y vaya que sí pasó.

No nos perdamos en el análisis, para no sobrepasar los tres minutos.

Simplemente te dejo formulada una pregunta, que yo también me hago:

Cuando llega la ocasión, ¿ofrezco siempre mi mejor vino o alguna vez escurro el bulto?: ‘¡Por uno que eche agua que más da!’. ‘¡No voy a ser ni agradecido ni pagado’!

Piénsalo y respóndete. Mójate. 

Hablábamos de vino (y de agua) y mira por dónde me viene a la memoria lo que decía la Madre Teresa: ‘A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota’.

Te animo a que difundas la historia de mi amigo José Fernando. ¡Harás bien!

 

20 comentarios en “Y tú ¿aportas lo mejor de ti?

  1. Hola José: Acabo de leer la última entrada publicada en tu Blog. Me ha encantado. Es sencilla, profunda y hace pensar. Pienso que la mayor parte de las personas, por no decir todas, nos vemos reflejadas en esta historia por cuanto vivimos situaciones en las que, aún siendo por causas ajenas a nosotros, no damos lo mejor que tenemos y podemos ofrecer.

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    • Muchas gracias, Begoña! Me alegro mucho de que te haya gustado.
      Yo conozco personas muy generosas y comprometidas con la sociedad. Anda, ve a mirar un espejo. Allí hay una. Un abrazo fuerte

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  2. Como dice Begoña: sencilla y profunda reflexión.Humanos somos y alguna vez sale eso de :» Ya está bien», pero eso conlleva a no sentirse bien con uno mismo.

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    • Muchas gracias, Coro! Cuando el vino no se da, corres el riesgo de que, además de no atender a los demás, se te convierta en vinagre! Un abrazo fuerte para todos! Y, sí, felicidades a JF. Un gran amigo!

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  3. No , siempre doy lo mejor de mi sin importar lo que los demás den , aunque se que hay una mayoria que no dan lo mejor de ellos …..Me ha encantado blog como de costumbre

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  4. Muchas felicidades a los dos en los últimos cinco minutos del día!!!! Como siempre tras los tres minutos estipulados, me quedo otros muchos pensando… ¡Vaya par de dos Josés!!!!! Gran combinación… Es una gran verdad que hay veces que nos cansamos de dar si parece que no nos van a agradecer o corresponder y metemos una botella de agua en la barrica. Claramente, el resultado no es el mismo y el efecto además se contagia… Eso se produce por pervertir la intención de dar lo mejor de nosotros mismos sin esperar nada a cambio. Los católicos tenemos la facilidad de dar un sentido sobrenatural a esas actuaciones, viendo en el otro a un hijo de Dios y en la bondad del comportamiento, un acto de amor al Padre.
    Encuentro que las palabras de la Madre Teresa son una motivación para recordar cuan importantes son nuestras actuaciones y la rectitud con la que se realicen para que, con la colaboración de los demás, podamos formar un gran océano.

    Renovaremos intenciones José. Muchas gracias y un abrazo!!!! y felicidades!!!
    Natalia

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    • Muchísimas gracias, Natalia! Da gusto leerte. Eso sí que es «un buen vino»! Tanto que, a veces, da miedo comentar algo más, por miedo a estropearlo…
      Lo bueno de tus comentarios es que suelen hacer pensar tanto como un post. Gracias por estar ahí. Un abrazo y buena semana!

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  5. Bueno, amigos, después de tantas alusiones «quedaría fatal» no decir nada.
    Aunque ya nos hemos felicitado en privado mi buen amigo José Iribas y yo, lo hago de nuevo en público añadiendo el agradecimiento por crear y mantener este blog, que más que una barrica es toda una bodega repleta de buenos caldos.
    Doy las gracias a los que habéis dicho algo elogioso de algún comentario mío; lo considero una prueba de que somos muchos los que valoramos el Bien, la Verdad, la Belleza, el Amor. Por eso considero un deber ejercer el derecho de difundir, y crear, contenido relevante que aporte ganas de vivir y contagiar a otros los Valores Universales; por cierto la Fe en Dios y en sus Mandamientos ayuda sobremanera a vivirlos, a la vez que aporta un plus de exigencia.
    ABRAZO FUERTE.

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  6. Me gusta la historia de hoy. No es por nada pero casi pensaba ser de los pocos tontos que ofrecen, como norma, lo que hay, aunque pueda parecer de poco valor. Lo tiene. Si alguna vez, la pereza, me ha podido desvirtúa lo ofrecido…

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    • Muchas gracias por tu aportación. Un ejemplo interesante. Haces muy bien. Para todos, la pereza es una tentación… en la que creo que tú no caes mucho.
      Me alegro de que te haya gustado la historia. Un saludo cordial

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  7. Buenos días,
    El mundo sería un lugar mejor si todos diéramos lo mejor de nosotros pero eso es una utopía, muchas veces prometemos mucho y al final donde dije digo digo Diego. Aunque no hay que perder la esperanza si hasta la pobre Ana Frank no dejó de tener fe en la humanidad ¿Por qué habremos de hacerlo el resto?
    Buen fin de semana.

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    • Muchas gracias, Lola, por tu aportación. Para lograr ese «todos», comencemos por el «yo». Y para alcanzar un siempre, comencemos por un hoy. Que no sea porque no lo hayamos intentado!
      No vamos a perder la esperanza ni la fe en la humanidad (aunque ello suponga creer lo que -a veces, más de las debidas…- no vemos.
      Feliz viernes!
      José

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      • Hola, Lola, José:
        Aunque en mi asignatura «Teoría y práctica de la investigación educativa» imparto una introducción a la Estadística, cada vez me pregunto con más frecuencia por qué le damos tanta importancia a que «el mundo», o «todos», o «la mayoría», cambie o cambiemos.
        Casi siempre esta consideración generalista suele ir acompañada (al menos yo percibo una alta correlación entre ambas variables) de un cierto grado de resignación que se acaba traduciendo en «hagamos lo que podamos», pero dejando traslucir algo de fatalismo… «el bien es imposible»; solo podemos aspirar a muy poca cosa.
        No creo que esa conclusión sea válida. Podemos, y debemos, aspirar a la plenitud personal, pero con ganas de lograrla.
        Me planteo en ocasiones, desde el punto de vista católico, si el mismo Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que: «Todos los fieles son llamados a la plenitud de la vida cristiana» (Cat 2028) y que «Todos los cristianos, de cualquier estado o condición están llamados cada uno por su propio camino, a la perfección de la santidad» (Cat 825) debe ser porque es posible, ya que de lo contrario sería muy poco serio.
        En resumen: si estoy «obligado» debe ser posible, digo yo.
        Retomando el título del post: «Y tú ¿aportas lo mejor de ti?» me parece que en eso consiste toda la tarea; al menos, parece suficiente como para no aburrirse. Quizá eso sea (estoy convencido de que sí) lo que Dios quiera: que busquemos el Bien, en serio, y todo lo demás nos los dará (ya nos lo está dando) a todos por añadidura. «Amén».
        Bueno, ahí tenéis una «homilia» para empezar el finde.
        De todas formas, creo que la cuestión de fondo – que cada uno haga todo el bien que pueda independientemente de la aparente repercusión que pueda tener – no es, ni mucho menos, patrimonio de los católicos, ni de los creyentes en general, sino exigencia de la Naturaleza Humana que tiene previsto «de serie» recompensarnos con el propio ejercicio del bien.
        ABRAZO,
        @JFCalderero.

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      • Muchas gracias, José Fernando!
        «Amén» digo yo. Creo que tienes toda la razón. O sea, el 100%, si como profe que impartes estadística me lo permites. Mira que escribes bien, además!
        Y, por lo que constato, parte de tu dinastía te sigue en ello. Y en muchas otras cosas buenas más.
        Un abrazo, amigo. Y buen fin de semana!
        José

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