Dile que le quieres

Dile que le quieres. mayur-gala-487 by Unsplash

Hoy tengo que escribirte un post rápido. Como voy en el AVE, lo tengo más fácil. Lo de la velocidad.

Sí, ya sé que tenemos pendiente una entrada del blog que hable de “Pasión, capacidad y empleabilidad: 3 pilares para un buen futuro”, pero hoy me siento incapaz de hablar de capacidad… Me falta tiempo.

No creas que he incumplido mi compromiso (el de la última entrada): en ella te decía que te escribiría sobre eso en un próximo post, no en el próximo post. Que ya me voy conociendo a mí mismo -y mis circunstancias- como para intentar no pillarme los dedos con promesas que pueden no depender únicamente de mi voluntad.

Ando loco. No es una excusa. Es hablar claro y con sinceridad. Hay días que no te da la vida… y escribes desde el IPhone y en el tren. Y das gracias de poder hacerlo.

Me comentaba un buen amigo a este respecto (el de que nos faltan horas), que tenemos que utilizar un 80% de nuestro tiempo en afilar la sierra y el 20% restante en serrar. Y creo que llevo sobredosis de serrado. ¿A ti no te pasa? Vamos a ver si paramos para afilar… e invertimos los porcentajes.

Te hablo de porcentajes y me acuerdo de ‘mi 50%’. Bueno, en mi caso es bastante más 

Me viene a la cabeza mi mujer. Ayer la tenía enfrente (posicionalmente hablando), mientras yo escribía. Ella también estaba pegada al ordenador, al suyo: trabajando, que es gerundio…

Y, mientras la observaba, pensaba en lo importante que es tener detalles de cariño con nuestra parte «contraria». De eso va a ir esta rápida entrada.

Algo te comenté sobre la materia en este post, en el que te recordaba, amigo, que tienes que fijarte en que ha ido a la peluquería, y decirle lo guapa que está (iba a escribir “que la han dejado”, pero te pongo un “está” y me quedo corto: procedería un “es”).

Y a veces no digo yo que seamos un poco zafios (o zafias, que dirían ahora) pero… tener más detalles nunca está de más.

Me trae esto a la memoria un chiste que he leído hoy (que no se preocupe quien me lo remitió, no voy a descubrirle) con la siguiente conversación:

-Cariño, después de tantos años, ¿todavía me quieres? Y la persona interpelada responde, pensando tener gracia: -No, todavía no.

No hace más de una semana que -con buena fe y para insistir en la importancia de demostrar cariño al cónyuge- alguien comentaba la historia de otra pareja (del mismo percal) donde uno de los dos se ‘quejaba’ al otro:

-Cariño, nunca me dices que me quieres. 

Y el otro (u otra) respondía:

-Ya te lo dije hace treinta años. Si un día cambio de opinión, te lo haré saber. 

¡Animal!

Evidentemente, no te doy cuenta de estas conversaciones ficticias con la pretensión de hacerte reír. Lo hago sobre todo con la intención de que, junto a mí, pienses. 

Tras las anteriores caricaturas hay una realidad: hay a quien a veces le da pudor decirle a su contraparte, explícitamente, lo que espontáneamente soltaba en el noviazgo (‘Si ya lo sabe…’). Hay quien cree que, como eso se da por descontado, no hay que contarlo. Y está errado. O errada. Si quieres, ponle incluso una hache delante del adjetivo descalificativo.

Nunca, nunca está de más que entre marido y mujer (y viceversa) verbalicemos el amor que nos profesamos. O que se lo digamos a nuestros padres (antes de que se nos vayan). Y a nuestros hijos (¡antes de que nos vayamos!). Que nunca se queden palabras por decir.

Hay muchas más personas de las que creemos hambrientas de afecto verbal. Y no solo de este. Pero de este, también. Y no cuesta tanto explicitar nuestros sentimientos. Hay quien dice que ello incluso puede fortalecerlos.

Conozco un caso real en que ella, romántica, sí, pero aunque no lo fuera, le confesaba a un mediador sus cuitas a este respecto. El mediador, que no quería echar leña al fuego, le argüía que estuviera segura del amor del cónyuge (al que luego, él, pensaba pillarle por banda). E intentando allanar el terreno, le anticipaba a ella: -Ya sabes que unas personas somos más expresivas que otras; si te quiere un montón, aunque sea un poco torpe…

Ella quedaba convencida. Y la verdad es que no había razón alguna para que no lo estuviera.

Por más que -esto no es un chiste, alguien me lo relató como verídico y le creo-, llegada la noche, y ya a punto de dormir, ella le cogiera de la mano y dijera:

-Cariño, ¡cuánto te quiero!

Y recibió por respuesta:

-Por cierto, ¿hay vinagre?

¡La madre que te parió! iba a decir yo.

No seamos avinagrados. Ni siquiera mudos: que aquí no sirve lo de que ‘el que calla, otorga’

¿Te acuerdas de la canción ‘Dime que me quieres’?

Pues eso, digámoslo. A quien corresponda y a cada uno como corresponda: cónyuge, hijos, padres y demás parientes, amigos e interesados. 

Digámoslo. Se lo debemos. Y si ya lo hacemos, hagámoslo aún más. ¡Que es gratis y no sabes qué valor tiene! Te vas a enterar.

Si este post veloz te ha ayudado a pararte a reflexionar… difúndelo por las redes. 

Y si quien también ha de reflexionar es tu ‘contraparte’, pásaselo. Sin acritud. Recuerda que sois dos medias naranjas (no limones).

¡Un abrazo!

 

 

 

17 comentarios en “Dile que le quieres

  1. ¡Qué razón tienes! Hay silencios creadores y silencios… asesinos.
    Ante la duda, expresemos abiertamente nuestro amor; el medio usado no es tan importante como el hecho de transmitir el mensaje. A veces basta una mirada significativa, que puede equivaler a un tratado.
    Y, al hilo del vinagre, me permito contaros un chiste:
    – Cariño, desde hace un tiempo no me escuchas.
    – Cualquier cosa, cielo, algo ligerito: una tortilla está bien.
    ¡Horreur!

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  2. Sí, necesarias las demostraciones de afecto, no cuestan nada, pero hacen que el jardín donde ha florecido el amor no se marchite.
    José, ni te imaginas, bueno, seguro que sí, hasta dónde me » ha tocado».
    Qué nadie se quede con la sensación de: no pude o no puedo decir lo que le quiero.
    Buena semana

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  3. Pues aunque sigo tu línea de querer a mi mujer, expresárselo y hacérselo sentir, siempre viene bien escuchar y saber que somos muchos los que luchamos por un amor para toda la vida.
    Acabamos de celebrar nuestro 36 aniversario con un viajecito fantástico y, ¿sabes lo que más me ha gustado?: Ir de la mano de mi mujer y disfrutar de su alegría y felicidad.
    Me alegro y te felicito —os felicito—, por ese amor que os profesáis y que además lo hagáis público.
    Un abrazo y a seguir…

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    • Enhorabuena, Jesús, por ese aniversario y por aportar tus reflexiones, interesantes, y con palabras siempre tan amables…
      Muchísimas gracias y un abrazo fuerte

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    • Muchas gracias @podiotriunfador por tu testimonio. Es muy importante hacer ver lo bueno que es el bien; conozco mucha gente que así lo cree e intenta practicarlo pero creyendo que son muy pocos los que así piensan y actúan. Tenemos que desengañarlos.
      He empezado a seguirte desde @JFCalderero.
      Abrazo.

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  4. Igualmente. En la solapa de mi penúltimo libro «Educar no es domesticar» se puede leer en mi «minibio»: «…/… y profundamente enamorado de su mujer». Vamos a hacer 45 años de casados y tenemos 10 hijos y 22 (+2) nietos.
    Abrazo,
    JF

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  5. Buenas noches José Iribas,

    Bonito artículo, sencillo, intenso y que transmite muchas verdades. He descubierto por accidente este blog y es un placer leer cada uno de los artículos publicados que aportan un bienestar indiscutible a aquellos que los leen.

    Si fuera doctora prescribiría estos artículos que prometen excelentes efectos secundarios y que deben consumirse sin moderación.

    Gracias por compartir estos momentos.

    Un saludo,

    Norma 🌞

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    • Buenas noches, Norma
      Muchas gracias por tus palabras. Me alegra muchísimo encontrar nuevas personas que leen Dame tres minutos. Y más si, incluso, comentan o difunden! Eso es todo un lujo que compensa sobradamente el trabajo de redactar un post.
      Un saludo muy cordial!
      José

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