Un compromiso ladrillo a ladrillo

Brick wall Martin Wessely

Unsplash by Martin Wessely

Anthony de Mello escribe en uno de sus cuentos:

“Por la calle vi a una niña aterida y tiritando de frío… y con pocas perspectivas de conseguir una comida decente. Me encolericé y le dije a Dios: ¿Por qué permites estas cosas? ¿Por qué no haces nada para solucionarlo?

Durante un rato, Dios guardó silencio. Pero aquella noche, de improviso, me respondió: Ciertamente que he hecho. Te he hecho a ti.

¿A mí?

Este interrogante me trae a la memoria –perdona la digresión- el impacto que debió de sentir mi hermano Nicolás hace muchas, muchas navidades. De sopetón, Juan, benjamín de la familia y todo un renacuajo, le soltó: Nico, ¿los Reyes Magos son los padres? Éste, seis años mayor que el enano, solo acertó a gritar: ¡¡¡Mamaaá!!! Juan hoy es periodista. Y como veis ya desde pequeño apuntaba maneras.

Volvamos a lo serio. Tan serio que lo de “(para solucionarlo) te he hecho a ti” puede dar vértigo, porque apela directamente a nuestra responsabilidad.

Las personas actuamos en demasiadas ocasiones como meros espectadores-comentaristas de barra de bar. Nos desahogamos con valoraciones generales del estilo “¡qué mal está todooo!”. O, en el mejor de los casos, formulamos deseos tan bienintencionados como teóricos: pura “mística ojalatera” (ojalá, ojalá, ojalá).

Pero no basta predicar: hay que dar trigo. Cada uno debemos ofrecer una respuesta personal, concreta. Y remangarnos. Porque para arreglar el mundo, hacen falta manos.

Es preciso un compromiso activo. Un compromiso sin actuación –leí una vez- vale lo que una bicicleta sin ruedas; no lleva a ningún lado.

Y nosotros, que sí queremos llegar a buen puerto, cada mañana deberíamos levantarnos en este primer mundo con el mejor ánimo y avituallamiento y el propósito de actuar mojándonos por el próximo: léelo con equis o con jota.

Lo afirmaba Martin Luther King con lucidez

“La primera pregunta que se hizo el sacerdote y el levita –de la parábola- fue: Si me detengo a ayudar a este hombre, ¿qué me va a pasar a mí? Pero… el buen samaritano invirtió la pregunta: Si no me detengo a ayudar a este hombre, ¿qué pasará con él?«.

A alguno le habrá bastado lo anterior para darle dos vueltas… Pues tiene tres.

Uno –que ya peina canas y encima es jurista- repregunta algo que no estaba explícitamente formulado por Luther King, aunque como verás sí que estaba, en parte al menos, respondido.

La pregunta adicional a hacernos tú y yo, es: Si no me detengo a ayudar a este hombre, ¿qué me va a pasar a mí? Piénsalo.

Corresponsables del mundo en que vivimos

Martin Luther King dejó claro un mensaje hoy vigente no solo para los mudos sino para los políticamente correctos: «Nuestra generación no se lamentará tanto de los crímenes de los malvados, como del estremecedor silencio de los bondadosos

En cuatro palabras: ¿Qué hacías tú entonces?

Somos responsables del mundo en que vivimos porque este no es otra cosa que el que diariamente construimos todos. Pues, como señalaba Graham Greene, la humanidad avanza gracias no solo a los potentes empujones de sus grandes hombres, sino también a los modestos impulsos de cada persona responsable.

Conscientes de ello, parecería fácil mantener una actitud adecuada y proactiva. No lo es. Quizás por eso un hombre bueno que nos conocía bien nos daba su receta del “Solo por hoy”. Me refiero a Angelo Giuseppe Roncalli, Juan XXIII, nunca mejor dicho santo padre. Te dejo aquí el enlace.

Se trata de construir con esa u otra partitura, etapa a etapa, día a día, ladrillo a ladrillo, una sociedad mejor. Si sembramos felicidad, recogeremos lo que cultivamos. Alguno dirá que de eso nada, monada, que si acaso… esperemos el pago en el otro mundo. Yo creo que no; que, sin perjuicio de lo que venga en el otro, dando ya se recibe aquí.

Permíteme que concluya -soy jurista y he apuntado a realidades trascendentes y ladrillos– con algo que mezcla todo e invita a sonreír.

La tapia del Infierno

Cuentan que el muro que separa el Cielo y el Infierno un día se derrumbó. El diablo empezó a discutir con San Pedro sobre quién lo debía reparar. Al no ponerse de acuerdo, Lucifer propuso que consultasen con sus respectivos abogados y se vieran en un par de horas. El diablo regresó todo puntual, pero San Pedro se retrasaba y retrasaba… Cuando por fin llegó, el diablo le dijo: -¡Oye, mis abogados dicen que tenéis que pagar la reparación vosotros!

San Pedro respondió resignado: -Así lo haremos… porque he revuelto Roma con Santiago pero en el Cielo no he podido encontrar un sólo abogado

¡San Pedro, mira bien!

14 comentarios en “Un compromiso ladrillo a ladrillo

  1. Tu mente inquieta nos siente lentos. Dios te pone a ti para activarnos, y hay que ver con qué ánimo te entregas a ello en tu blog. Y a mí me dan ganas de gritar como Nicolás ¡Mamáaaaaaaa! Un saludo.

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    • Muchas gracias por tu comentario, Coro. Perseverancia (hasta ahora, al menos) no me falta. Aunque el tiempo es un bien escaso y valioso. Quizás por ello solo me atrevo a pediros tres minutos. Por cierto, cuántas veces gritaríamos todos ese «mamáaaaaa! (Eso me recuerda ya que hablas de Dios que el papa Francisco nos subraya que el amor de Dios es tan paternal como maternal! Un saludo muy cordial

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  2. José, tu nueva entrada me ha parecido BUENA, BUENA, BUENA y además muy necesaria especialmente en nuestros días, para que todos nos hagamos algunas preguntas ¿qué puedo hacer por el prójimo (dedicar tiempo, dinero, las dos cosas…, ¿me deja indiferente cuando voy por la calle y veo a personas sin techo? Estoy convencida que todas las personas hemos experimentado un sentimiento muy gratificante cada vez que ayudamos a las personas (de una manera u otra según nuestras circunstancias personales), siempre y cuando lo hagamos con rectitud de intención.

    Algunas personas lo que quieren es ser importantes y no útiles. ¡Qué pena! ¡Con lo bueno que es ayudar «desde el anonimato»… Además no olvidemos que nos hace más felices, ser útiles que importantes ( a mí por lo menos esto es lo que me ocurre).

    En mi opinión esta entrada es para leerla una y otra vez, «interiorizarla» y decidamos qué acciones concretas voy a llevar a cabo, desde hoy, pensando además, que cualquier día podemos ser nosotros una de estas personas sin hogar.

    Muchas gracias, de nuevo José, por escribir estas ideas tan profundas y que nos hacen pensar cómo podemos contribuir a mejorar la sociedad en la que vivimos y formamos parte.

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    • Muchas gracias por tu comentario, Begoña. Lo que tienen de bueno los post son las reflexiones que añadís «en voz alta».
      En este caso concreto soy testigo (y beneficiario directo) de ayudas de amigos/as de los de verdad. Eso te enseña a que tienes que saber ayudar, cuando puedes, -y siempre se puede- y dejarte ayudar, desde el agradecimiento más profundo, cuando se cruzan en el camino de tu vida personas que te hacen crecer y mejorar. Conozco a más de una… Muchas gracias!!

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  3. Un post para hacer reflexionar y hacer «hacer». Con palabras, deseos y buenas intenciones no se consigue nada. Y lo mejor es que hacer algo es más fácil de lo que parece, pero el desconocimiento de qué poder hacer es una gran excusa…

    Tengo pendiente la lectura de de Mello, aunque su recomendación me vino más por asuntos de cambio y desarrollo personal. No cabe duda que será un aprendizaje de los de «tomo y lomo»

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    • Muchas gracias por tu comentario, David. He acabado el post con el chiste del Infierno (que, por cierto, se suele decir que está empedrado de buenas intenciones…). Hay que hacer. O mejor: tenemos que hacer. Porque tenemos quehacer. Y hacen falta más manos y menos excusas, silencios u omisiones. Un abrazo y felices días!

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  4. Muchas gracias José por sus reflexiones. Es la primera vez que comento y lo hago con el corazón descubierto; esto es, desde mi punto de vista, no es suficiente acoger o ayudar sólo a una persona con frío y hambre, está en nuestras manos colaborar con más y más. Es necesario acercarse a esas personas de la calle que por una razón ‘especial’ para ellos, decidieron abandonar hogares, trabajo, amigos, familia y sobreviven con otros similares, sin libertad y encerrados en esos problemas que les hicieron huir de los suyos. Son, en muchas ocasiones, personas que tuvieron trabajo estable, familia igual e incluso hay algunos que tuvieron mucho dinero y una tragedia, o desamor, o no encontrar solución a problemas (que seguramente tienen solución) se perdieron, renunciaron a ser libres y a vivir, no importándoles el hambre, frío y soledad acompañada. Esos, muchos de esos seres son los que pueden necesitar más de nosotros, porque son el ejemplo de los jóvenes que se alejan de la sociedad; de los padres y madres que abandonan a sus hijos, hijas como aquella chiquilla que mencionas. Tengo el privilegio de que, en un barrio cerca del centro y otro por las afueras de mi ciudad, me permiten acercar a algunos de ellos y ellas y aceptan cobertores, alimento y a veces (frecuentemente ), nos platican quienes eran y ahora quienes van a ser, aceptando asistir a centros que les permiten baño caliente, al menos dos alimentos al día y están haciendo un gran esfuerzo por reintegrarse a su grupo social. Son seres maravillosos que cada día me enseñan algo más.
    Disculpa lo extenso, aproveché la oportunidad por tus comentarios, y ¿sabes qué?, estoy segura que en el cielo hay juristas y abogados como tu, que estas tan cerca del Señor. Bendiciones y un abrazo virtual.
    Patricia.

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    • Buenos días, Patricia. Encomiable lo que haces y una gran enhorabuena tanto por ello como por tu reflexión.
      Lo tuyo es un ladrillo muy importante, yo diría más que eso.
      Te agradezco mucho que hayas enriquecido mi blog (que también es tuyo, vuestro) con todo lo que has incorporado a él en tu comentario.
      Como creo que escribí en uno de los post (ya me falla la memoria entre tantos) además de dar, hay que darse. Gracias por tu ejemplo. Las palabras pueden exhortar, animar, pero el ejemplo… arrastra. Enhorabuena por tu labor. Y gracias por escribir. Te espero en más ocasiones. Un saludo muy cordial.

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  5. Hola José: Me ha gustado mucho que apeles a la responsabilidad individual, a no esperar, que desde los políticos hasta los Dioses de todas las tradiciones (con todo lo que también caben en medio), hagan algo. He recodado esta frase que creo que se le atribuye a Gandhi que dice algo así: » Lo que hago no es importante, aunque si, es muy importante que no deje de hacerlo». Es básico que nos demos cuenta de nuestro poder individual, de la capacidad que tienen los pequeños gestos cotidianos (el «solo por hoy» es un fantástico recurso )gestos de mostrar, de inspirar, de señalar caminos, no con palabras, en cambio si con hechos. A veces es algo tan simple como sonreír, mirar a los ojos, dar las gracias, o los buenos días y esto es sencillo, solo es preciso que levantemos los ojos de nuestro ombligo.
    Gracias. Tus trabajos no tienen desperdicio, para mi. Me gusta.

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    • Muchas gracias, Isabel. A Dios rogando y con el mazo dando. O, en este caso, con el teclado. Nadie puede eludir sus responsabilidades personales… Y nada de lo que cada uno hace es poco si hace lo que puede, que es lo que tiene que hacerse. Un saludo cordial

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