Romper el matrimonio

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En estos momentos, hay más de una persona que se está planteando romper su matrimonio. Me consta.

O que ya ni se lo plantea. Cree que lo tiene claro. Y lo tiene.

O no…

Y lo que hay en juego es mucho.

Quizás esa persona sepa, o intuya la trascendencia de su decisión: conoce bien que todo empezó siendo un proyecto vital.

Nadie se casa pensando en que va a divorciarse. Aunque a veces suceda eso: porque aunque el matrimonio es cosa de dos, el divorcio es cosa, a veces, de uno.

No es mi intención un análisis concreto de ninguna situación personal, familiar o de pareja. Si siempre huyo de juzgar a las personas, en esta materia, más si cabe. Cada uno en su casa (me refiero a mí) y Dios en la de todos.

La persona que va a romper puede tener su corazón, o su cabeza, que bullen. O que… se han quedado planos en el electro o el encefalograma anímico, emocional, etc. O está hecho un lío.

Y necesita apoyo, ayuda. Eso sí lo sé. Aunque no siempre la pide. Quizás no cae ni en eso, por la rumia que le invade, por la herida que supura, o por otras circunstancias.

Lo primero que necesita uno es aclararse; luego, ha de tomar la decisión de apostar por el matrimonio o divorciarse (estrictamente personal e intransferible); y luego de tomar esa decisión libre -y responsable, meditada-, lo que toque… Que no suele ser poco. Precisamente porque un matrimonio no es una bagatela.

Por ello conviene tenerlo muy claro.

Y, se decida lo que se decida, hay que intentar que la comunicación entre quienes ya convivan o ya decidan dejar de convivir, sea la mejor posible.

Si conviven, quizás haya que “ir por leña al bosque”, para alimentar las escasas “brasas”, los rescoldos que puedan quedar, hay que meter corazón y cabeza. Y voluntad. La de salvar algo valioso. Y diálogo, mucho diálogo (no solo verbal). Cuidarle y cuidarse: cuidaros. Es posible. Puedo dar fe de ello. También algunos de mis clientes, felices, que daban lo suyo “por muerto” y hoy gozan al escuchar el latido, ambos a una, de sus corazones.

Si la decisión fuere otra, incluso aun cuando una parte sea la que “la imponga” a la otra, hay que salvar la comunicación, siempre respetuosa y asertiva. Con otro tipo de interlocución (o sin ninguna), especialmente cuando hay hijos, pierden todos.

Hay quien cree que para esto hacen falta abogados (yo lo soy, y a veces, sí, somos “inexcusables”).

Otras personas consideran que es bueno el apoyo psicológico, o incluso otro (por aclararse, por lo del duelo…). Comprensible en no pocas situaciones, aunque otras puedan no precisarlo a ese nivel. O las personas afectadas no desean, de primeras, recibirlo necesariamente de estos grandes profesionales y sí de otras personas de su confianza, con experiencia y capacidad para ello: otros profesionales, matrimonios, amigos u otros acompañantes que reúnan ciertos requisitos mínimos).

La mediación y el acompañamiento de pareja

Más allá de esto, hoy quiero romper una lanza por quienes acuden a la mediación o al asesoramiento o acompañamiento de pareja o familiar (¡a veces grandes olvidados!) para llegar a las mejores soluciones o, al menos, lo menos traumáticas posibles.

En esas instancias (a veces preventivas –nunca viene mal una ITV, o unas vitaminas-, además de resolutivas) el matrimonio, los protagonistas afectados, habrán de ser, con las herramientas que les demos los profesionales, quienes decidan.

Quienes acompañamos parejas no decidimos si ellas rompen o no. ¡Faltaría más! Es cada uno de ellos (o los dos) quienes tienen esa intransferible responsabilidad. Pero les facilitamos nuestro apoyo y herramientas sencillas para que acierten a tomar la mejor decisión.

¿Por qué publico esto hoy? Quizás porque no puedo ponérselo a alguien en una pancarta que vaya surcando el cielo detrás de una avioneta, como esas que se ven desde las playas.

No son tiempos muy de playa. Pero estoy pensando en ti.

Ojalá pidas ayuda. A quien quieras.

José Iribas Sánchez de Boado

Abogado, mediador y asesor matrimonial y familiar

@jiribas_

jiribas@coincidir.es

www.coincidir.es   

4 comentarios en “Romper el matrimonio

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