Nos sobran discordias. Nos faltan abrazos
El padre de mi amigo Emilio (de quien te hablé en este post) conservó un refinado sentido del humor hasta el final de sus días. Seguro que te percataste de ello. Recuerda cómo concluía su despedida epistolar (y vital). Con esta postdata: ‘Ya os decía yo que ese médico no valía mucho…’. Leerla, me hizo…