10 pautas para una vida fructífera

10 pautas para una vida fructífera y con sentido

Hoy pretendo aportarte 10 pautas, con sus 10 reflexiones, que sirvan para que tu vida sea fructífera.

Vamos a comenzar el post con Confucio. Luego lo entenderás:

“¿Me preguntas por qué compro arroz y flores? Compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo que vivir”.

Seguro que conoces la bella historia que paso a relatarte. No conozco su autor, pero quiero que reflexionemos sobre lo que aquí se narra.

Cuentan de un hombre que iba diariamente a trabajar en autobús. Hasta ahí nada sorprendente. En una concreta parada de las que llevaba a cabo el chófer, siempre subía una viejecita que se sentaba junto a una ventana semiabierta. Durante el trayecto, la anciana abría un saquito, introducía su mano en él e iba arrojando algo al exterior. Así, día tras día.

La curiosidad hizo que en una ocasión el hombre le preguntara qué era lo que lanzaba desde la ventanilla.

– ¡Son semillas! – le dijo la abuela.

– ¿Semillas? ¿De qué?

– De flores. Miro fuera y está todo vacío… Me gustaría viajar viendo flores a lo largo de todo el camino. ¿No sería hermoso?

– Pero las semillas pueden caer sobre el asfalto, las aplastarán los coches, se las comerán los pájaros… ¿Acaso cree que germinarán al lado del camino?

– Seguro que sí. Las que seguro que no lo harán son las que me guarde para mí. De las que lance, aunque alguna se pierda, otras acabarán en la cuneta y, con el tiempo, brotarán.

– Pero… tardarán en crecer, necesitan agua…

– Yo hago lo que está en mis manos, nunca mejor dicho. ¡Ya vendrán días de lluvia!

La viejecita continuó con su labor… Tenía claro, con Jacinto Benavente y aun no habiéndole leído, que la alegría de hacer bien está en sembrar, no en recoger.

El hombre pensó que la anciana había perdido un poco la cabeza.

Tiempo después… yendo en el bus al trabajo, el hombre se dio cuenta de cómo el camino estaba plagado de flores… ¡Todo él se había convertido en un colorido y hermoso paisaje!

El hombre se acordó de la abuelilla, a la que hacía tiempo que no veía.  Preguntó al chófer qué era de la señora:

– Me dijeron que falleció hace un par de meses.

El hombre regresó a su asiento, en silencio, y siguió mirando el paisaje.

– Las flores han brotado, pensó, pero ¿de qué le ha servido su quehacer, su constancia? No ha podido ver su obra.

De pronto, escuchó la alegre voz de una niña que señalaba, entusiasmada, las flores: – ¡Mira cuántas flores, mamá!

Se cuenta que, desde aquel día, el hombre sube al autobús con una bolsa de semillas… que va esparciendo a lo largo del recorrido.

Vayamos con 10 reflexiones ‘metafóricas’, que también me hago a mí mismo.

  1. Las semillas que tú tienes, de algún modo, no te pertenecen: no las creaste tú; las recibiste; provienen de otras flores; que alguien, a su vez, sembró. Cuando las intentas arrojar a tierra fértil, no estás haciendo sino un honesto y responsable ejercicio de retorno…
  2. Si quieres sembrar algo en el recorrido de tu vida, lo primero que deberás es hacerte con unas buenas semillas: disponer de ellas. Y ocuparte de mantenerlas en buen estado, “vivas”. Que lleven la vida de lo que ha de brotar en su interior.
  3. Para sembrarlas, habrás de llevarlas contigo en tus travesías, en tu recorrido vital, disponibles, a mano. No vayas a dejar sin flores tierra fértil…
  4. No basta con que las lleves contigo si no las transmites. Con hechos: soltándolas, regalándolas, esparciéndolas generosamente, con alegría, a lo largo del camino. Derrámalas por donde quiera que vayas porque no sabes si volverás a pasar por el mismo sitio…
  5. Si alguna vez -como pensó inicialmente el hombre del bus- tienes la tentación de abandonar por temor a no ver fruto alguno, nunca olvides que solo allí donde no hay semillas es seguro que no habrá flores. Más: recuerda que cuando el suelo es pobre, hay que sembrar muchas semillas para lograr algunos resultados. Y no olvides a Deepak Chopra cuando afirma que en toda semilla está la promesa de miles de bosques.
  6. Conviene, pues, tener fe en el potencial de las semillas de convertirse en flores, de dar fruto, incluso -precisamente incluso- cuando más ocultas parecen estar, enterradas.
  7. Ten confianza: algunas brotarán. ¿Cuántas lo harán? No depende solo de ti. Aunque tú colabores de la mejor manera. Tu misión está en llevar a cabo la tarea y… dejar lo demás en manos de quien manda sobre los vientos, sobre las lluvias y el sol. Sin contar con esto, por buenas que fueran las semillas, jamás se transformarían en algo tan hermoso o tan abundante.
  8. No te sorprendas si un día ves flores de tus semillas, allí donde no creíste haberlas esparcido (el viento y hasta algún que otro pájaro, hacen milagros. Y, a veces, incluso los agujeros de tus bolsillos…). Sabe, en este sentido, que en ocasiones las flores nacen incluso desde tus imperfecciones, gracias a tus grietas. ¿Recuerdas cuando te lo contaba en “Tinajas iguales, tinajas diversas”?
  9. Agradece, por anticipado, poder colaborar en la mejora de tu entorno, de tu travesía. Recuerda que, como señalaba Ralph Waldo Emerson, las flores son una orgullosa afirmación de que un rayo de belleza supera a todas las utilidades del mundo. La tierra se ríe en las flores.
  10. No olvides nunca que esas flores que alegraron tu vida fueron antes semillas que alguien esparció pensando en ti. Y luego, el Creador de las semillas, de los campos, de las lluvias y del sol -con tu modesta pero querida colaboración- generó el milagro. Como señalaba Oliver Wendell Holmes: El Amén de la naturaleza es siempre una flor.

He empezado con Confucio y con él acabo. Más que nada, porque tomemos nota: No son las malas hierbas las que ahogan la buena semilla, sino la negligencia del campesino.

Oye, un favor: ¿Me ayudas a esparcir, a sembrar por las redes, este post?

¡Mil gracias!

32 comentarios en “10 pautas para una vida fructífera

  1. Hola! Aquí Jaír, de EfectiVida.
    Excepcional! Me ha encantado la historia. Emotiva, y sumamente práctica. Una vez más, la naturaleza nos enseña: Primero sembrar, luego recoger. ¡Sigamos esparciendo semillas en forma de post como este! (De lo mejor que he leído últimamente… y leo bastante) Un saludo desde Canarias!

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    • Hola, Jaír! Me alegro mucho de que te haya gustado el post.
      Agradezco también mucho tus palabras… porque escribes muy bien.
      Si quieres ver un buen post en Dame tres minutos, te recomiendo “Creatividad máxima nivel niño”. Lo firma un tal Jaír, de EfectiVida.
      Fue un lujo. Y me encantó.
      Un abrazo fuerte y buen fin de semana!
      José

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  2. Muchas gracias por el post…, da mucho que pensar. A veces nos volvemos tan egoístas que plantamos sólo unas pocas semillas en nuestro balcón, para verlas sólo yo. Es bueno pensar en todo el bien que podemos hacer si nos olvidamos por un momento de nosotros mismos, aunque eso suponga que nunca lleguemos a ver los frutos. Gracias!!!

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  3. Desde luego hay que reflexionar de vez en cuando sobre ser sembrador. Queremos basar nuestra seguridad en los brotes que vemos, somos débiles y necesitamos refuerzos de vez en cuando. Cuánto más seamos sembradores mejor para nuestro interior. Felicidades por el post, magnífico. Por cierto, ayer me reuní con un antiguo alumno mío y me emocioné de ver que algunas que yo no sabía que había sembrado, de esas que caen por el agujero del bolsillo, habían sido muy importantes en su camino de vida.

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    • Muchas gracias por tus palabras, Manolo. Y enhorabuena por lo que nos cuentas! Cuando la semilla es buena es capaz de crecer en los terrenos más insospechados! Un saludo y muy feliz día!

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  4. Quiero, ante todo, darte las gracias por el blog. Llevo toda la mañana leyéndolo y me veo reflejado en casi todo «lo malo»: soy extremadamente perezoso y extremadamente soberbio por ciertos éxitos que no he sabido asimilar como «tonto» que soy. Siempre desprecié el esfuerzo y lo aposté todo al talento que de nada me sirve sin ejercitarlo (ya digo que soy muy vago). Y estoy pasando por la vida sin hacer nada por nadie (me boicoteo a mí mismo también para no ser además egoísta). El caso es que he entrado en un círculo vicioso del que no salgo por un miedo irracional e intensísimo a casi todo. Fobia social, miedo a estudiar, a trabajar por si no llego al nivel que intuyo que podría dar. Casi todo me da asco y sé que el asqueroso soy yo. Espero encontrar fuerzas para empezar a ser una versión de mí mismo que admire para poder admirar a los demás, enamorarme del mundo de nuevo y ser un hombre en el sentido del IF de Kipling.
    No soy creyente pero quiero y voy a ponerme manos a la obra y que sea lo que Dios quiera, jeje.

    Un abrazo fuerte José!! A veces recibimos lecciones de los que creíamos enemigos..

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    • Muchas gracias, Ignacio, por tu escrito. Me ha impactado por tu sinceridad.
      Podría decirte bastantes cosas.
      Lo dejo en dos: 1. Quiérete más.
      2. Ponte en manos de ese “que sea lo que Dios quiera” (en el que dices no creer). Cuando nos miramos y nos sentimos pequeños, o incluso torpes y hasta “malos”, saber que somos hijos nos ayuda a ser conscientes de que no es el mérito sino el amor el que nos salva. Un padre te ayuda a levantarte y te abraza siempre, si le dejas.
      No tienes por qué “verlo” claro ya. Pero intuyo que lo estás queriendo ver. Con acierto o no sobre lo anterior por mi parte, aquí tienes una persona (seguro que también a veces “fea”, como tú te ves, si no más) que te ofrece su apoyo y, hoy mismo, su oración.
      Rompe ese espejo en el que te ves tan mal. Levántate. Hoy empiezas un nuevo futuro. “Escríbelo” bien. Sabrás hacerlo. Cuenta con lo que otros te podamos ayudar. Y… mucho ánimo.
      Un abrazo.
      Post data. Jesús sanó a un ciego utilizando lodo. Ese lodo que, a veces, nos sabemos o nos sentimos.

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      • Gracias José por tus ánimos. No tengo redes sociales pero intentaré recomendarte a amigos y familiares para promocionar este blog, que a mí me ha hecho mucho bien. Voy a encontrar esas fuerzas que me faltan en mis padres, en regalarles un hijo del que se puedan sentir orgullosos. Creo que hacerles felices a ellos es una buena motivación para salir del agujero en el que estoy. Espero estar a la altura y no desfallecer en mi indolencia. Que para algo bueno tenemos que estar por aquí.
        Gracias otra vez.

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      • Muchas gracias a ti, Ignacio.
        Hoy, ese “para algo bueno tenemos que estar por aquí” ha sido, para mí, que tú te cruzaras en mi camino. Por si te sirve. Es toda una recompensa al esfuerzo que a veces exige tener (y mantener en el tiempo) un blog.
        Seguro que tus padres se sentirán felices.
        Me tienes aquí para lo que necesites. Como señalo al inicio de Dame tres minutos, “te escribo porque me importas”.
        Tenlo claro.
        Un abrazo y buen fin de semana,
        José

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  5. Lo siento, pero no suelo dejarme adoctrinar con facilidad, es mi particular forma de sembrar y así mantener la diversidad de pensamientos y huir de aborregamientos insanos, tanto para la mente como para la biodiversidad.
    Un consejo, haz el bien y que tu doctrina sean los hechos. Deja fluir la libertad a tu paso y si no te gusta lo que ves no hagas proselitismo ni adoctrinamiento.
    Solo obra según tu interior y de esa forma tus semillas serán realmente semillas esparcidas en libertad.
    Deja a la Naturaleza el resto del trabajo. Es más sabia que cada uno de nosotros.
    Saludos.

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    • Muchas gracias, Juanjo. No lo sientas. Creo que estamos de acuerdo en bastantes cosas: no al adoctrinamiento; que tu doctrina sen los hechos; la libertad de proponer y no imponer; el obrar de acuerdo con la propia conciencia… (intentando, añado, formarnos bien).
      Muchas gracias por tu aportación. Con un saludo afectuoso

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  6. Todos juntamos semillas a lo largo de nuestra vida, la mayoría las descarta pues no sabe que hacer con ellas. Algunos hacen lo que la anciana, las van repartiendo pensando que en el futuro serán utiles para alguien. La labor de comunicar, es lograr que muchas personas comprendan la importancia de repartir lo que han juntado a lo largo de su vida, algunos la llaman «Experiencia».

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  7. Aunque ya te ayudé en su día, querido José Iribas, a esparcir tus semillas, me apunto a la siembra de este año. Permíteme añadir que no hace falta esperar 4 días para formular y empezar a poner en práctica los buenos propósitos; el 1 de enero de 2021 no contiene ningún ingrediente mágico que nos ayude en esa tarea. Además hay el peligro de confundir la formulación del propósito con su realización y, dado que «ya he decidido mejorar en año nuevo», dedicarse estos 4 días a reafirmar el mal hábito del que queremos desprendernos. Hoy, ahora, en estas circunstancias es el momento de mejorar; si no lo aprovechamos, ¿Cómo podremos hacerlo… mañana, luego…? ¡¡¡FELICES NAVIDADES Y MAGNÍFICO 2021!!! a ti y a todos tu inteligentes y fieles lectores.

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