Los ojos de Maribel

pixabay eye

Hoy visita este blog una profesora y amiga: Maribel Becerra.

Sabéis que Dame tres minutos ha tenido el honor de contar puntualmente con entradas de diversos autores: desde un profesional ilustre como José Antonio Marina, que nos dedicó su post sobre “La sociedad del aprendizaje”, a otras personas, menos conocidas que aquel pero también grandes profesionales, como Natalia Barcáiztegui, que aportó una magnifica entrada sobre “Conciliación laboral”. Incluso Edita Olaizola y quien esto os escribe hemos hecho varios posts “a dúo” como “Pero no empuje” o el más reciente de “Actitud y coraje”.

En este blog que busca compartir experiencias, análisis, percepciones, sentimientos, hoy Maribel nos invita a que echemos una mirada a los ojos: a lo que estos expresan.

Maribel parece así acercarse, más que al poema machadiano de “el ojo que ves no es ojo porque tú lo veas, es ojo porque te ve” a ese Mirándote a los ojos juraría de José Luis Perales. Y cito a este autor pues, dado que Maribel nos propone acabar con música, a ello os invito yo también desde el comienzo.

Espero, Maribel, que te leamos atentamente, aun siendo consciente de que -como señala un proverbio árabe- “quien no comprende una mirada, tampoco entenderá una larga explicación”. Ni tan siquiera una breve y sencilla.

Tuya es la palabra.   

Antes de comenzar me gustaría agradecerle a José la oportunidad que me da abriéndome la puerta de su blog para que os cuente una de mis historias. En segundo lugar ¡muchas gracias por detenerte tres, cuatro o cinco minutos y dedicarme tu tiempo!

«Los ojos son la ventana del alma, no ocultan ni mienten aunque las palabras lo intenten»

Hace un par de semanas mi tía abuela, mi madrina, cumplió ciento tres años. Si estuviera bien, como hace un par de meses, se indignaría conmigo por deciros su edad. Fijaos si era coqueta que en la guerra se perdieron todos los papeles y ella se quitó nada más y nada menos que diez años: ¡genio y figura! La verdad es que siempre aparentó menos edad de la que tenía en realidad. Mi tía siempre tuvo unos ojos vivos, hasta que dejó de ser la persona que era: en cuestión de unas semanas se transformó, su carácter se agrió más de la cuenta y esos ojos color miel perdieron toda su viveza.

Cuando yo era pequeña tenía muchas fantasías y teorías, que sólo yo me creía, ¡claro! Estaba completamente segura que las personas comenzaban a morir cuando en sus ojos aparecía un pequeño círculo grisáceo alrededor de su pupila que hacía que perdieran luz. Como podréis imaginar, cada vez que veía a una persona mayor, me quedaba mirándola fijamente a sus ojos y tras observarla, le decía a mi abuela, mi eterna compañera de locuras:»¡abue, le queda poco! Ya no tiene luminosidad, su mirada es triste».

Con los años fui perdiendo mi curiosidad científica de demostrar lo inevitable, lo que siempre llega; sin embargo, seguí fijándome en los ojos de los que me rodeaban. Cuando me enamoré por primera vez, me quedé perdidamente atraída por unos ojos vivos, verdaderos y muy sinceros que vibraban con cada palabra y que eran capaces de llevarme a sentir mil emociones. Ahora soy maestra y me gusta mirar a los ojos a mis alumnos: sé cuando están tristes, preocupados, cuando tienen miedo y cuando son dichosos. La mirada de un niño es totalmente transparente y a través de sus miradas he aprendido a conocerlos. Me rompe el alma ver algunos ojos que sólo transmiten tristeza y cuando eso ocurre, cambian mis objetivos y se centran sólo en hacerlos sonreír.

Hace un par de años tuve una alumna curiosa, era divertida y muy trasto; tenía una viveza extraordinaria, pese a que en su casa la situación no era muy buena. Terminó Primaria y llegó al instituto. Un día me la encontré y me dijo que quería hablar conmigo; le dije que se viniese al cole por la tarde. Sus ojos estaban muy tristes y algo me decía que no podía esperar, pero los horarios no esperan y yo tenía que entrar al colegio. Al día siguiente, me enteré de una triste noticia: le había sucedido algo horroroso.

Con el tiempo aprendes a discriminar tipos de miradas y algunas son como pequeñas pistas que te van dejando descubrir todo un mundo interior. La enseñanza nos da la oportunidad de involucrarnos en su aprendizaje y ayudarles a su mejora gracias a esa experiencia. Las emociones se dejan vislumbrar a través de sus ojos.

Mis hijos, cuando dudan de alguno de sus hermanos, siempre dicen igual: ¡mamá, mírale a los ojos y dime si está diciendo la verdad! Los padres tenemos «súper poderes» al respecto; son como pequeñas capacidades que te va dando la edad, pequeños galones que van haciendo que asciendas.

Como madre aspiro a que mis hijos tengan la mirada limpia, alegre y decidida. De mis alumnos me gustaría que sonrieran con sus pupilas, que su rostro definiese la alegría en sus vidas, que fueran sinceros y vitales. Os he dicho qué espero de los que me rodean, pero ¿y los míos? Me gustaría que tuviesen la capacidad de transmitir y llegar, de ser capaces de comunicar y de hacer vibrar como lo hace el profesor Benjamín Zander:

 

Un maestro siempre sabe cuando sus niños están emocionados en su clase.

Ojalá un día lo consiga.

Mientras tanto, que os vaya bonito.

Maribel

12 comentarios en “Los ojos de Maribel

  1. Es un artículo peecioso, muchas felicidades a ti por escribirlo y a José por invitarte. Estoy convencida de que las personas que entienden las miradas son grandes de corazón, así que me alborozo pensando que José goza de tu amistad. Gracias por ser así y por dejarnos vislumbrar tu grandeza 😊

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    • Muchas gracias por tus palabras, Edita, por lo que me afecta. Es, sí, una suerte contar con la amistad de personas de gran corazón. En este caso, además, de maestras de gran corazón. Qué importante es que los profes quieran a sus alumnos!

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  2. Muchas gracias José y Maribel:
    ¡Qué importante es recordar la importancia de la mirada! Como bien dice Maribel, los ojos son la ventana del alma… Es la mirada lo que hay que observar para conocer a las personas. ¡Cuánto nos dicen con ella! Una mirada es capaz de producirnos tranquilidad, consuelo, alegría, tristeza, temor… Como también pertenezco al mundo docente, pienso que no podemos dejar que se nos escapen las miradas. La mirada nos hacer ver «la persona» en su desnudez, libre de todo tipo de disfraces y ropajes; en su autenticidad.

    Pero creo que es importante recordar que nos tenemos que examinar constantemente haciéndonos una pregunta: ¿Y cómo es mi mirada? Pues ella marcará la temperatura de mi calidad humana…Es interesante reflexionar sobre ésto, pues puede que encontramos algún que otro punto que remendar.

    Muchas gracias por el post; me ha encantado.

    Un abrazo
    Natalia

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  3. Conozco a Maribel personalmente y puedo asegurar que ella es lo que transmite en sus palabras, en todos los aspectos de su vida. Gracias a los dos por abrirnos los ojos.

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  4. ¡Muchísimas gracias por vuestros comentarios! Estoy muy feliz por la invitación de José a su blog, uno de mis favoritos.
    Cuánta razón llevas Natalia: no sólo aprender a ver, sino además no olvidar nuestras miradas.
    Los ojos transmiten, sueñan, miran, afirman, niegan,… Las miradas son emociones y sentimientos. Espero y os deseo que veáis y que transmitáis.
    Un abrazo muy muy fuerte y mil gracias.
    Maribel B.

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    • ¡Muchas gracias a ti, Maribel! Es un placer contar con tu colaboración: comentada, muy bien valorada y muy visitada. Para Dame tres minutos es una suerte que hayas querido dedicar tu tiempo a escribir para quienes nos leen. Seguro que sus ojos brillaban, disfrutando de la lectura de un post tan interesante. ¡Seguimos en contacto y te seguimos la pista!¡No te quitaremos ojo! Un abrazo fuerte y muchas gracias, de nuevo, a ti.

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  5. ¡Me ha encantado Maribel! Gracias por el post y a José por invitarte a compartirlo. Yo que he tenido la suerte de ser tu compañera en el trabajo, se que pones el alma en todo lo que haces y lo que dices. Y en este breve pero hermoso texto lo has vuelto a hacer. Espero que José te brinde de nuevo la oportunidad de emocionarnos con tus palabras. Un saludo a los dos.
    Isabel R.

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    • Hola, Isabel! Estoy seguro de que Maribel es como la defines. Ella sabe que «Dame tres minutos» es su casa: siempre será bienvenida.
      Me alegro de que te haya gustado su post!
      Buen fin de semana y un abrazo!

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