Conciliación laboral, por Natalia Barcáiztegui

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Cuando accedes a este blog, encuentras una invitación: «Hablemos un rato, pensemos en voz alta, sin complejos: Dame tres minutos».

Hoy he ofrecido a Natalia Barcáiztegui la posibilidad de utilizar esta vía para que «charle con nosotros» sobre lo que ella desee, desde la certeza de que le daremos gustosos esos 180 segundos.

Natalia aceptó la invitación, lo que le agradezco muy de veras y ha elegido título y contenido: nada más y nada menos que su visión sobre la conciliación laboral.

El protagonismo es suyo.

Tuya es la palabra, Natalia.

Conciliación laboral ¿una utopía?

Por Natalia Barcáiztegui.

Hace unas cuantas semanas José me invitó a publicar unas líneas en Dame tres minutos. De antemano agradezco la invitación pues siempre hay temas que compartir y el marco no puede ser mejor.

No paro de pensar que vivimos una época de grandes cambios sociales, políticos y económicos que han provocado una gran transformación en la familia. Familias cada vez más pequeñas, en las que el matrimonio ha dado paso a otras formas como la cohabitación, o el divorcio. Pero lo que realmente ha experimentado un profundo cambio es el papel de la mujer.

La mujer, cada vez más formada, tiene una presencia creciente en el mundo laboral. Pero este crecimiento, requiere todavía de un proceso de adaptación. La mujer sigue teniendo las mismas funciones en el hogar en lo que se refiere al cuidado de la familia, y además se le han añadido las obligaciones y horarios del trabajo extra doméstico.

La mujer desempeña funciones esenciales en el desarrollo de las personas en la familia y en la sociedad. Se trata de un trabajo intenso, sin horarios ni vacaciones y sin un reconocimiento económico y social. Las funciones de cuidado tradicionalmente llevadas a cabo por la mujer, requieren un nuevo reparto de roles en el seno de la familia y en el conjunto de la sociedad.

La ayuda que la mujer deja de prestar a la familia, se traduce en mayor coste público. En una sociedad moderna en la que se busca la igualdad entre hombres y mujeres, se hace imprescindible la implantación de medidas de política familiar que apoyen la maternidad y paternidad y que favorezcan la conciliación de la vida familiar y laboral.

Para las nuevas generaciones, el matrimonio y la maternidad son cada vez menos una causa para el abandono del empleo. Se ha producido una modificación en los valores y actitudes sociales ante el trabajo extra doméstico de la mujer, así como un cambio radical en el nivel formativo de las mujeres.

El incremento de mujeres con trabajo remunerado provoca grandes transformaciones en las relaciones familiares y en la aspiración de igualdad dentro de la pareja.

Las razones por las que las mujeres buscan un trabajo remunerado son en primer lugar económicas, pero también razones más personales como tener independencia, realizarse profesionalmente, relacionarse con otras personas, liberarse del encierro doméstico… Las mujeres más preparadas son las que tienen mayores oportunidades de encontrar un puesto de trabajo lo suficientemente bueno como para igualarse con su pareja en estatus y en ingresos. Esto cambia su relación familiar.

A pesar del deseo de cambio hacia el modelo de familia igualitaria, todavía presenta resistencias sociales y culturales

A la mujer le resulta difícil compaginar su vida laboral y familiar. Tiene asumido que es sujeto principal de la conciliación familiar, las labores domésticas y el cuidado de los hijos, forman parte de lo que se espera de ella por tradición y se enfrenta a obstáculos en el mercado laboral. Su propia situación familiar le impide en muchas ocasiones realizar un trabajo remunerado que le permitiría abandonar la desigualdad. Con un trabajo equivalente al de su pareja lograría compartir parte del trabajo doméstico y familiar. La igualdad doméstica se justifica en la medida en la que consiga igualarse al hombre en el terreno laboral.

Los hombres y la cultura empresarial no asumen plenamente las consecuencias del cambio La incorporación de los hombres a las tareas domésticas, contrasta con lo que tienen interiorizado por su educación familiar y social. Los jóvenes son los abanderados del modelo igualitario.

La reducción del número de hijos es la principal estrategia de conciliación entre la vida laboral y la vida familiar que están ensayando, influyendo en la baja tasa de natalidad.

El acceso de la mujer al trabajo asalariado cambiará cuando los hombres jóvenes incluyan como un deber natural el cuidado de los hijos y el desempeño de las labores domésticas. Las mujeres deben aprender a delegar y educar a sus hijos de forma distinta a como lo han hechos sus padres.

Por otro lado las políticas familiares deben ofrecer más servicios sociales, ayudas a las familias y flexibilidad laboral para poder desempeñar el trabajo. De este modo se podrá conciliar entre responsabilidades familiares y laborales de los hombres y las mujeres.

Pero mientras todo este cambio no se produzca, será cada persona, cada familia la que tenga que establecer cuáles son sus prioridades y sus funciones, para construir su hogar: cambiar de trabajo, reducir la jornada, buscar ayuda externa… La mujer realiza un trabajo esencial en la sociedad y no tiene el reconocimiento que debiera.

La igualdad no tiene necesariamente que consistir en que la mujer abandone sus tareas y es importante, cuando lo desarrolle, profesionalizar su trabajo en el hogar, de forma que esos roles tengan la misma dignidad que los masculinos. Se trata de que cada uno aporte en función de sus cualidades, sus posibilidades y lo acordado en el proyecto familiar.

Tarea complicada, SÍ. ¿Imposible? Seguro que NO.

30 comentarios en “Conciliación laboral, por Natalia Barcáiztegui

  1. Hola Natalia:
    Creo que José ha hecho muy bien al «darte la palabra»; aportas muy interesantes reflexiones.
    Y como soy incapaz de quedarme callado, ahí va una mía.
    Aunque espero encontrar algún día un poco más de 180 s. para desarrollar la idea aprovecho este espacio para enunciarla.
    Necesitamos ser «mentalmente conciliadores».
    Me explico: si percibimos los diferentes ámbitos de nuestra vida con una mentalidad esquemática, exclusivamente «racionalista», como compartimentos estancos, nos obligamos a tener que hacer dificilísimos equilibrios para atender mínimamente todo el enorme y agobiante entramado en el que las personas actuales nos hemos metido. No llegamos a todo y desgraciadamente acaba sufriendo la parte más importante de la vida.
    Hace poco una persona muy querida (varón) rechazó una importante promoción profesional dentro de su empresa ya que, a pesar de que iba a tener mayor reconocimiento y… sueldo, ese «ascenso» iba a suponer un «descenso» en el nivel de atención a su mujer y a sus hijos.
    Quizá necesitemos una visión más holística de la vida que nos ayude a situar los diferentes ámbitos de nuestra existencia como dimensiones interconectadas y orientadas hacia objetivos valiosos llenos de sentido y significado. Uno de esos objetivos «hipermegasupervaliosos», a cuyo lado los demás son «pequeñeces», es el cultivo de una sana vida familiar.
    Saludos muy cordiales a ambos y a vuestros lectores y participantes en el blog.
    @JFCalderero

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    • Hola José Fernando:
      Mil gracias por esta «hipermegasupervaliosa» aportación. Has conseguido que me quede «rayadísima».. Qué verdad es que necesitamos una visión más holística en la vida y no compartimentar tanto nuestra existencia. Es verdad que llenar cada departamento estanco resulta imposible , pero quizá una buena interconexión entre ellos requiera menor desgaste energético. Como el caso que has comentado, el objetivo tiene que estar claro y a partir de ahí nos organizamos, distribuimos, damos y renunciamos.

      Cuando encuentres más de 180 segundos para reflexionar un poco más, ¡avísanos sin falta! Queremos escucharte.

      Muchas gracias por tu aportación y a José Iribas por su ayuda y su espacio

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    • Todo esto está muy bien, yo quiero conciliar mi vida profesional con mis hijos, y quiero dedicar cada día una hora a hacer deporte y otra horita a leer y otra horita a mi mujer y…. pero yo no se si esto es compatible con el nivel de vida al que aspiro, porque en Suecia o Dinamarca o Alemania parece que todo esto está más cerca de producirse, pero es que España creo que en muchas cosas se parece más a Marruecos que a Alemania

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      • Estimado Paco, muchas gracias por tu aportación. Cada día soy más consciente de lo que se aprende cuando se lanza una idea para que entre todos la vayamos modelando. Pienso que el primer paso en la conciliación es tomar conciencia de su necesidad y está claro que esa cuestión está planteada. Sin embargo la respuesta a tu disyuntiva yo la intento resolver con las palabras de Jose Fernando Calderero. Queremos conciliar y sentimos que tenemos que destinar tiempo a todas esas facetas de nuestra vida que consideramos relevantes deporte, espos@, hijos, amigos… También aspiramos a un determinado nivel de vida que enriquezca todos esos ”compartimentos”. Y es verdad que cuando uno se dispone a distribuir las horas del día, se hace consciente de que el tiempo no se estira por mucha voluntad que le pongamos y el reparto resulta complicado… Como bien dice Jose Fernando, estamos sumergidos en una vorágine vital, que hace que tras complicadas maniobras de reparto, acaba perdiendo la parte más trascendental…
        JF apunta la idea de una “visión más holística”, no tan compartimentada, que nos ayude a ver todas esas facetas de nuestra vida más vinculadas unas con otras para la consecución de unos objetivos preciados, que den sentido a nuestra vida… Yo tampoco encuentro otro objetivo superior a la construcción de una vida familiar saludable. Lo que no contribuya a ese objetivo, va contra él… Ahora toca elegir….
        Es verdad que en España esta elección resulta mucho más compleja y dificultosa, pero la meta es lo que no debemos perder, ese sentido que marca nuestra vida. ¡Es tan fácil equivocarse y dejarse llevar por otras aspiraciones! En mi opinión ahí está la parte más dura, mientras no tengamos mayores facilidades.

        Muchas gracias a todos por sumar.Gracias a Jose Fernando por permitirme hacer uso de sus argumentos y a José una vez más por «montar este tinglao»

        Un abrazo
        Natalia

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      • Hola Paco:
        Te entiendo perfectamente, fundamentalmente desde mi concreta experiencia vital como felizmente casado desde hace 44 años, padre de 10 hijos, abuelo de 23 nietos, una vida profesional intensa y manteniendo viejas, y nuevas, amistades; todo ello con mis únicos ingresos como profesor. Así dicho, puede dar la impresión, absolutamente falsa, de que mi mujer y yo tenemos «superpoderes»; nada más lejos de la realidad.
        Obviamente hemos tenido que hacer malabarismos, lo cual no significa que hayamos «renunciado» a ser nosotros mismos; simplemente los retos nos han hecho crecer, al haber tenido que abordar muchas situaciones para las que considerábamos que no teníamos la suficiente preparación. Hablando por mí, afirmo rotundamente que las 24 horas diarias de los siete días de la semana han sido «para mí»; lo cual no significa que no hayan sido simultáneamente para mi familia.
        Por poner algunos ejemplos, «mi» tiempo de senderismo siempre ha sido, desde que los hijos era bien pequeños, ocasión de convivencia familiar; en algunos de los libros que he publicado he tenido «secretarios sin sueldo» que al mismo tiempo que ayudaban a papá aprendían el uso del procesador de texto.
        A lo largo de los años he ido aprendiendo que, en muchas ocasiones, los horarios rígidos, que en principio parece que pueden ayudar a cumplir objetivos, pueden convertirse en trampas generando incompatibilidades que quizá solo estén en la agenda.
        Una vez dicho todo esto, creo además que socialmente debemos evolucionar de forma que a la hora de conciliar no sea lo más importante (la familia) la que tenga que «ceder» ante las exigencias de lo menos importante (empresa, ¿»éxito»?, y demás «cuentas de vidrio» que convertimos en diosecillos que exigen sacrificios humanos).
        De todas formas, con independencia del rumbo que la «sociedad» vaya tomando, pienso que cada uno de nosotros tenemos una sola vida y es en ella, en las circunstancias concretas, en la que podemos, DEBEMOS, organizar los recursos disponibles, y procurarnos los necesarios (que suelen muchos menos de los que nos imaginamos), para cumplir con el gozoso derecho-deber de avanzar hacia la plenitud humana.
        Saludos muy cordiales,
        @JFCalderero

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  2. Hola Natalia:

    En primer lugar quiero comentarte que me ha encantado tu post porque de todo lo que se está publicado actualmente en redes, es de los pocos que aporta «valor». Es un tema de gran importancia y actualidad en nuestra sociedad, y no por ello difícil de conseguir en la mayoría de los casos, incluso una utopía en algunos de ellos, como tú muy bien dices. Estoy convencida que lograremos cambiar para mejor este mundo en el que vivimos siempre que lo hagamos en y desde la familia. En mi opinión, pienso que la conciliación se puede lograr si la construimos sobre dos cimientos potentes como son, por un lado, la creación de un proyecto familiar basado en valores cristianos, y por otro, el cambio en la cultura empresarial -flexibilidad de horarios, valoración de profesionales en base a resultados y no a nº de horas de presencia física en el puesto de trabajo, nuevo reparto de roles, otros- El hogar pienso que debe ser el lugar de donde cueste salir cada mañana a los miembros del mismo para dirigirse a su trabajo, colegios, etc, y al que se esté deseando volver al final de la jornada. En definitiva, hogares luminosos y alegres, en los que todos sus miembros puedan alcanzar un crecimiento en todas y cada una de las dimensiones de la persona, en la vida diaria.

    Quiero terminar este comentario, diciendo ¡Gracias Natalia por haber elegido este tema!. A ti José, comentarte que hay sido una idea excelente el haber dado la palabra a Natalia. Por ello, el logro es compartido por los dos y un privilegio para los seguidores de este blog, por disfrutar con su lectura.

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  3. Muchas gracias Begoña! Totalmente de acuerdo contigo: hay que rescatar la familia desde los valores cristianos. Es la base de una estructura social sólida. La tantas veces reclamada, educación en valores, es el apoyo necesario para recuperar esta célula social básica y favorecer también una cultura empresarial con la flexibilidad a la que haces referencia. ¡Gracias a vosotros! Tengo la suerte de que el que me invita y los que me comentan tienen mucha más talla que yo y me enorgullece.

    Un abrazo y espero poder conoceros a todos

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    • OK al planteamiento de fondo, pero… os ruego, Natalia y Begoña, que me permitáis introducir un matiz.
      Advierto previamente que asumo al 100 % los que denomináis valores cristianos; soy católico practicante y doy gracias a Dios, y a todos los que me han ayudado en el camino de descubrir y potenciar mi fe, por ese inmerecido don.
      Ahora bien, creo que la familia no es patrimonio de los cristianos. Todo hombre o mujer tiene el derecho-deber de crear y vitalizar una familia independientemente de su fe. Es una exigencia de la naturaleza humana.
      Me preocupa que se asigne una exclusividad a la correlación «familia» – «valores cristianos». Por ello prefiero hablar de Valores Universales sustentados en la Ley Natural.
      Obviamente los valores cristianos son coherentes con los universales pero hay otras religiones y otras concepciones filosóficas con una enorme vinculación con los valores universales.
      Moisés, Abraham, y otras grandes figuras que podríamos citar como ejemplos vivos de valores, no eran cristianos, pero incluso el mismo Dios los constituyó padres de grandes familias.
      Creo que los cristianos tenemos más medios para cumplir con esa exigencia de nuestra naturaleza común y por ello también una mayor responsabilidad de dar ejemplo creando y desarrollando buenas familias cuyo funcionamiento pueda reflejar los valores que se consideran valiosos.
      En consecuencia, considero que valorar la familia y actuar coherentemente con esa valoración es un deber-derecho de todo ser humano y una exigencia para la especia humana.
      Saludos muy cordiales.
      JF

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      • Jose Fernando, muchas gracias por tu profunda aportación y reconozco que me has tenido un buen rato trabajando sobre las cuestiones que propones. Por supuesto que comparto tu planteamiento, pero comprendo que la referencia a los valores cristianos nos brota por inercia. Sé que los compartes al 100% conmigo y me ha encantado que me hagas reflexionar sobre este tema.
        Basándome en el planteamiento filosófico de Francesco D´Agostino, la familia constituye una comunidad de amor y de solidaridad, por lo que la estructura familiar no es sólo socio-cultural, sino antropológica. Tiene sus orígenes en una exigencia natural del propio ser del hombre, un ser que pide y puede dar amor y solidaridad. Esta realidad natural hace referencia a la realidad biológica del ser humano (sexuado y social) pero también a su dimensión racional y espiritual. El concepto de familia nos lleva a reflexionar sobre la natural relación de un hombre y una mujer que tienen la posibilidad de engendrar hijos. Pero hacer familia no es sólo seguir unos instintos, que no son propios del hombre, sino que el hombre se rige por la inteligencia y no está determinado por la especie, es libre.
        Al ver la familia de este modo, como una comunidad de amor y solidaridad, se acepta una imagen del hombre muy determinada, un ser humano que sea capaz de defender una escala de valores culminada por una dimensión solidaria capaz de controlar las tendencias negativas que el hombre lleva consigo.
        Si bien es verdad que el cristianismo defiende y proclama este modelo, como bien dices, no es exclusivo del hombre religioso. Este valor familiar se presenta como un valor pre-ideológico, estructuralmente humano, por encima de todas las diferencias culturales o religiosas.
        La asociación del cristianismo a la familia nuclear se podría establecer porque esta forma social predominó al amparo de la formación y del desarrollo de las sociedades cristianas. Según la visión del historiador francés René Pillorget, el cristianismo favoreció este tipo de familia desarrollando desde el principio una doctrina mucho más detallada en lo que se refiere a las relaciones conyugales y paterno-filiales. Pero como tú bien dices, existen otras religiones y otras concepciones filosóficas vinculadas con los valores universales y los cristianos tenemos muchos medios para cumplir con esa exigencia de nuestra naturaleza común. Espero que seamos responsables.
        Muchas gracias José Fernando

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  4. Mi
    Muchas gracias Natalia por escribir.

    Muy interesante el artículo. Es un tema del que he oído hablar bastante últimamente, pero me temo que pertenece a la categoría de asuntos de los que está bien visto hablar al mismo tiempo que no se dan pasos orientados a mejorar la situación
    Hay un aspecto legal. Sin leyes que ayudan a proteger el bien de la familia es difícil avanzar más rápido en la conciliación, pero quizás esto responda a una ausencia profunda de interés por protegerla. Habría que añadir aquí, como has comentado, la errónea cultura de que trabaja mejor el que más horas pasa en la oficina. La familia suele ser la institución más valorada en España, pero solo a nivel genérico, a nivel del día a día la mayoría de las personas no se mueven de forma coherente con la citada valoración, pues buscan aquello que parezca producir beneficios socialmente admitiría, como el dinero, el poder, el ascenso profesional, etc.

    Otra lacra para poder avanzar en la conciliación es, como bien señalas, las reticencias del hombre a involucrarse a fondo en la educación de sus hijos y en las labores domésticas del hogar. Detrás de estas actitudes se vislumbra una clara comodidad y la baja valoración social de aquello que implique sacrificio y esfuerzo. Lo más triste es que la familia se ve afectada por esta ausencia.

    La familia es el lugar donde se aprende a dar al otro buscando su bien y misión capricho. Es decir, en la familia se aprende a amar. Si no se enseña será muy difícil que los hijos tengan la oportunidad de aprenderlo y dedicarán su vida, muy probablemente, a buscar sucedáneos de esa entrega que hace pleno al ser humano. Es necesario un reconocimiento social de esta realidad.

    Es francamente difícil que mejore la situación de la conciliación si no hay un cambio real respecto a cómo vive cada uno en su día a día estos aspectos.

    Nuevamente gracias por esto Natalia.

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    • Muchas gracias por tu aportación Manuel, pues me consta que favoreces la conciliación. Como bien dices es necesario un apoyo de política familiar y una cambio cultural, que poco a poco se va produciendo acompañado de una educación en el hogar.

      Manuel, espero que todos vayamos impulsando esta evolución.

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  5. Gracias Natalia, me parece q describes la realidad , qué difícil conciliar!, pero en ello estamos y estaremos. Aún cuando en ocasiones elijas dejar temporalmente tu vida profesional x razones familiares, hay que seguir estando ahí , y aprovechar el momento para formarse y desarrollar otras habilidades, mirar siempre para alante con ilusión y aprendiendo.

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  6. Me ha gustado mucho Natalia. Refleja muy bien la realidad. ¡Que difícil es conciliar familia y trabajo! Como tu bien dices hemos asumido nuevas responsabilidades sin delegar las anteriores, por lo menos nuestra generación. ¡Pero ahi estamos y estaremos! Pero pensaba que incluso cuando decidimos dejar temporalmente nuestra vida profesional por motivos familiares, se nos abren nuevas oportunidades, para seguir formándonos y reciclándonos en nuestro ámbito profesional, desarrollando habilidades que hasta el momento no tenían hueco en nuestra vida, colaborando en diferentes causas. En resumen puedes seguir estando activa con la ilusión de reincorporarte a la vida profesional mejor preparada que antes y cuando llegue el momento adecuado. Me ha gustado tb mucho la visón de Jose Fernando Calderero, espacios interconectados, no estancos, para no desatender lo importante.

    Muchas gracias Natalia!!

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    • Efectivamente la formación es un aspecto esencial en el desempeño de la carrera profesional, para lo cual también es necesario un ejercicio de conciliación. Mucho ánimo en esa nueva etapa pues con toda seguridad, va a dar grandes frutos.

      Un abrazo fuerte Yvonne y muchas gracias por tu aportación

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  7. Muchas gracias José Fernando por tu aportación. Estoy de acuerdo con lo que dices en tu comentario. ES una reflexión muy útil e interesante la que haces sobre los Valores Universales sustentados en la Ley Natural. Es un concepto mucho más amplio y que no debemos perder nunca de vista al hablar de la familia.

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  8. El asunto de la conciliación familiar y profesional es algo complejo de abordar objetivamente. Nuestra sociedad cambia a un ritmo mucho mayor al que podemos dar respuesta con adaptaciones individuales y, mucho menos, sociales.

    La mayoría de los planteamientos para la conciliación parten de un aspecto conjuntivo, es decir ambos miembros de la pareja han de optar a las mismas oportunidades y desarrollarse según sus intereses. Aunque me encantaría que así fuese, y soy un firme convencido de que siempre que se pueda apostar por el «y» en lugar de por el «o», la realidad es que se está muy lejos a día de hoy de poder aportar opciones reales en esa vía.

    Formar una familia aporta grandes satisfacciones, compromisos y responsabilidades. Y, sí, también sacrificios y renuncias. Y, esto, es así. Siempre digo que en la vida hay que elegir y ser consecuente con las elecciones. Querer todo lleva a una amplitud sin enfoque. Con todo esto quiero decir, que el modelo que se plantea de que ambos miembros de la pareja opten a un desarrollo profesional, a un desarrollo personal y a un desarrollo familiar óptimo conllevará, primero el establecimiento de unos objetivos coherentes y realistas, y segundo a una toma de decisiones que tiene como consecuencia elegir. No diré yo que es mejor ni que se debe elegir. Yo he tomado mis decisiones y ya he realizado mis elecciones, y me siento muy bien con ellas.

    Por todo lo anterior, un primer paso puede ser que a nivel social ambos miembros de la pareja (hombre o mujer) tengan las mismas opciones de desarrollo personal y profesional. Una vez conseguido esto estaría en manos de las unidades familiares el desarrollo de su estrategia: ¿será el padre el que lleve más carga dentro de la familia?, ¿será la madre?, ¿serán ambos?. Lo importante es ser consciente de que en la vida hay que renunciar a unas cosas para conseguir otras.

    Lo que me parece un error estratégico muy grave es renunciar a los incrementos (mantenimiento) de los índices de natalidad como solución a la conciliación.

    Un debate muy interesante que hay que llevar fuera de las luces mediáticas para dar una solución acorde a la realidad social, pero también a la propia realidad de las personas.

    ¡Un saludo!

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    • David,totalmente de acuerdo con lo que planteas. Se trata de sumar y plantear unos objetivos familiares a los que todos contribuimos de forma generosa. Y ésto, efectivamente requiere renuncias por ambas partes. Las satisfacciones como bien dices, son también suculentas.
      Muchas gracias por tu valiosa aportación

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      • Hola de nuevo Natalia y David.
        Voy a enfocarme en el texto de Natalia: «plantear unos objetivos familiares a los que todos contribuimos de forma generosa. Y ésto, efectivamente requiere renuncias por ambas partes. Las satisfacciones como bien dices, son también suculentas.»
        Antes de que me podáis acusar de ingenuo por lo que voy a decir después, vaya por delante que he sacado adelante una familia de diez hijos con un sueldo de profesor como único ingreso; o sea que entiendo «visceralmente» eso de las «renuncias».
        Ahora bien, no tengo la impresión de haber renunciado a nada. Repetiría mi biografía, si eso fuera posible.
        Efectivamente si uno en su vida apuesta por desarrollarse intelectualmente tiene que «renunciar» a la ignorancia, :-), p. ej.
        Digo esto porque no me acaba de gustar la muy extendida socialmente insistencia en los sacrificios (*) que hay que hacer para lograr el bien. Da la impresión de que como queremos ser buenos necesariamente hemos de pasarlo mal de alguna manera. De ahí que educativamente se planteé, excesivamente desde mi punto de vista, la obligación de sacrificarse «para el día de mañana» mientras se descuida llamativamente el «gozo de saber» y el placer de hacer el bien y de aprender a hacerlo bien. En el fondo hay como una sospecha de que disfrutar de los bienes creados o del encuentro interpersonal tiene algo de «pecaminoso»; lo bueno es esforzarse y pasarlo mal. Os ruego que «filtréis» mis palabras y las «leáis» en el sentido que quiero darles; no estoy contra el esfuerzo, la laboriosidad, la voluntad, etc.
        Si tenéis algo más de «tres minutos» os agradecería la lectura de mi post «OBJETIVOS IMÁN» en http://ined21.com/objetivos-iman/.
        Para no hacer un «tratado», cosa a la que soy bastante aficionado, me despido pensando en la idea de que creo que también en el hogar, y en muchos casos de manera eminente, se puede, y quizá debe, trabajar en el desarrollo profesional y social propio y del resto de la familia. Cuanto menos se planteé la vida familiar como algo que impide o dificulta el desarrollo mucho mejor. Personalmente defiendo teórica y prácticamente la vida de familia como el más importante ámbito de formación y desarrollo en todas las dimensiones humanas.
        Saludos muy cordiales,
        @JFCalderero
        _____
        (*) A menos que entendamos «sacrificio» como «hacer sagrado»; es decir ofrecer a Dios. En este caso, cuantos más sacrificios mejor; hagamos sagrado el desarrollo intelectual, corporal, familiar, personal, etc. y los procesos que llevan a ello con sus trabajos y alegrías (que considero mayores y mejores)

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      • Muchas gracias José Fernando. Me ha encantado la visión trascendental que has dado. Ahí está la clave de la felicidad en la entrega familiar. Y comparto contigo la idea de que la vida de familia es el principal ámbito educativo en todas las dimensiones humanas. Os dejo para leer “OBJETIVOS IMÁN” http://ined21.com/objetivos-iman/

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    • Llego con retraso a comentar, pero no puedo quedarme callada, dices: «he sacado adelante una familia de diez hijos con un sueldo de profesor como único ingreso», eso implica que tu esposa renunció a todo para criar y educar a vuestros diez hijos, ¿no?
      Pues eso, para mí, lo que confirma es que hay muchas cosas muy importantes en las que ni el mejor de los padres ni el mejor de los Gobiernos pueden reemplazar la presencia física y real de una madre…

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      • Contesto a lo que dices, Inmaculada Ruiz, «por alusiones».
        100 % DE ACUERDO EN LA ENORME IMPORTANCIA DE LA PRESENCIA FÍSICA Y REAL DE UNA MADRE; ES ALGO INSUSTITUIBLE.
        De lo cual no puede deducirse, ni de lejos, que la presencia física y real del padre sea algo secundario.
        He comentado con mi mujer tu comentario y poniendo cara de asombro dijo «dile de mi parte que en mi vida no he renunciado a nada; lo que hecho ha sido porque he querido y apostando por algo valioso».
        Por mi parte, tampoco tengo en absoluto la percepción de que ella haya «renunciado» a nada. Creo sinceramente que la tarea de sacar adelante a nuestra numerosa familia nos ha enriquecido a ambos en todos los órdenes de la vida; también económicamente ya que la necesidad nos ha hecho asumir retos que quizá de otro modo probablemente no nos los hubiéramos planteado. Por otro lado la familia no nos ha impedido mantener una vida social e intelectual satisfactoria y cultivar las amistades.
        Quizá se estén exagerando los «enormes trabajos y sufrimientos» que hay que hacer para crear y mantener una familia. Además de que un planteamiento semejante no me parece muy animante para los jóvenes que se puedan estar planteando formar un hogar, da la impresión de que en el fondo se destaca implícitamente que lo interesante de la vida es lo que se hace «ad extra» de la casa y dedicarse a «hacer familia» equivale a renunciar al propio desarrollo. Me parece que es un error de percepción de la realidad muy pernicioso.
        Un saludo muy cordial,
        JF

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      • Hola de nuevo, Inmaculada, anoche me quedé con la sensación de que quería haber escrito algo más y ahora veo claro lo que era.
        De mi anterior comentario en el que subrayaba que ni mi mujer ni yo hemos «renunciado» a nada se podría deducir que podía ser un bienintencionado alegato a favor de la familia pero con una cierta dosis de «cosmética» maquillando la realidad para ocultar la realidad de los malos momentos.
        Evidentemente ha habido bastantes momentos de fuerte trabajo, de cansancio, de «renunciar» a la propia visión de las cosas centrada principalmente en contar solo con las propias fuerzas, de forzar la imaginación para llegar económicamente a fin de mes sin tener que solicitar otro crédito, etc. etc. etc.
        Obviamente, todo en la vida supone dedicación, empleo de recursos, cansancio; claro que para salir adelante en la vida laboral, social, e incluso para procurarse los distintos tipos de placeres, lícitos o ilícitos, hay que «renunciar» a otras cosas.
        Desde luego, puesto que no podemos actuar simultáneamente en varios lugares y hacer simultáneamente todo lo que nos gustaría hacer, hemos de elegir (lo cual es una grandeza y no una limitación, ya que no poder elegir supone una despersonalización); ahora bien, creo que sería mejor destacar los aspectos positivos del camino elegido (que por algo lo habremos elegido) que enfatizar lo que nos hemos «perdido».
        Desgraciadamente, muchas personas hoy día, deslumbradas por el «glamour» del éxito social ¿Qué será eso?, «renuncian» a la estupenda tarea, llena de creatividad, fecundidad y «rentabilidad» de crear una familia.
        Hay que procurar erradicar esa nefasta visión según la cual, lo bueno está fuera del hogar y dentro solo hay frustración y anulación de la personalidad. ¡Es rotundamente falsa! aunque, por desconocimiento o falta de visión acabe convirtiéndose desgraciadamente en realidad en muchos casos.
        La vida familiar, bien vivida, es fuente de desarrollo y enriquecimiento personal y social. ¡Cómo cambiaría, a mejor, la sociedad si las familias se diesen cuenta de que poseen ingentes tesoros que, en muchos casos, ni sospechan!
        Buen domingo, seguimos en contacto.
        @JFCalderero

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  9. Nosotros nos organizamos muy bien de modo que todos en casa tenemos nuestras funciones….el caos viene cuando un hijo se enferma y tiene que quedarse en casa tres dias o una semana o mas…y en el trabajo no te lo permiten. ..y hay que pedir vacaciones..y que esos dias alcancen para las vacaciones de navidad del colegio,las de semana santa y los 3 meses casi del verano.
    A las empresas no le puedes decir eso de conciliar porque ya sabes q no te renovarán…porque no entienden que si un niño se te pone malo..se te pone malo y te tienes que quedar porque solitos no pueden quedarse y sería antinatural. Porque no entienden que los coles abren a las 9 y has de ir por ellos a las 5.
    Y las cosas estan hechas asi y parece que ser padres es un atrevimiento si quieres trabajar…y ya no te digo si quieres formarte mejor.

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    • Sería interesante preguntarnos cómo hemos conseguido entre todos poco a poco irnos acercando a este modelo social que trabaja en contra de las familias y, por tanto, de todos.
      Me conformaría con que le diéramos vueltas y, al menos, no acuñásemos la idea de que así es como debe ser.
      A partir de esta base, echémosle imaginación y soñemos con un mundo… más humano.
      Saludos,
      JF

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