Una pedrada providencial

pedrada

En Dame tres minutos hay más de un “post homenaje”: en él, el protagonista es alguien a quien aprecio especialmente.

Así ocurre –por ejemplo- con Pablo en Como pez en el agua, Ana en Ante la adversidad: Merece la pena y Xabier, Arancha y Samuel en 3 lecciones al consejero de Educación

Ya que menciono lo de consejero de Educación, antes de entrar en materia, voy a contarte algo que me ocurrió cuando ostentaba ese cargo, en una de mis comparecencias parlamentarias.

En el fragor del debate, tenía algo tan claro que fui contundente en mi réplica y así afirmé: “¡Verde y con asas, señorías!”.

¿Verde y con asas?

Algunas de sus ilustrísimas empezaron a poner caras tan raras al escuchar mi expresión que yo –persona muy dada a refranes y dichos- empecé a dudar: “¿No te habrás venido muy arriba, José?, ¿Seguro, seguro, que se dice eso? Mira que por la boca muere el pez, que eres consejero de Educación… ¡y que esto ha quedado grabado en el vídeo!”.  ¿Sería un dicho de mi Tafalla? Porque -se me pasó por la cabeza- ¿qué diantres podía ser verde y con asas?

¿Acaso no podía haber dicho “blanco y en botella” y ya está? Es la leche, pensé. Y eso sí que hubiese quedado claro. Claro como el agua; aunque poca leche se vea ya en botellas, pero en fin…

Un rápido tuit de una señoría parlamentaria me alivió: lo de “verde y con asas” era verdad universal. Se diría en mi pueblo, sí, pero no solo allí. Y Google daba fe de ello.

Te contaba lo anterior porque, al preparar el post sobre algo aparentemente incomprensible… me han venido a la cabeza otras expresiones de difícil explicación: como esa de “me daba con un canto en los dientes”, o la de como pedrada en ojo de boticario”.

Estos dichos tienen un origen –incluso entrando en Google– que no es ni verde y con asas, ni blanco y en botella. Porque, por referirme al último, ¿a qué boticario le puede venir bien un guijarrazo?

Pues, fíjatetú, hubo una pedrada que hizo mucho bien. La que centra el objeto del post. Aunque – es verdad- no fue contra un boticario, sino contra un cura…

Una pedrada providencial

La pedrada de que te hablo la sufrió, sí, un santo varón. Nunca mejor dicho, porque en él concurrían ambas condiciones. Y, por cierto, también la de educador: profesión que, bien ejercida, puede conducirte a la santidad.

Marchaba -hablando de conducir- Don Bosco por una barriada muy pobre de Roma, cerca de Trastévere, montado en un carromato, cuando le arrojaron una piedra que rompió un vidrio del carruaje. El fundador de los salesianos hizo detener la marcha y dijo: Éste es el lugar donde tenemos que fundar.

Y fue, así, una pedrada la que marcó a Don Boscodonde tenía que poner la primera piedra.

O sea, esa acometida malintencionada -comentaba el papa Francisco, alumno salesiano– no la vivió Don Bosco como agresión; la vivió “como desafío para ayudar a gente, a chicos, a jóvenes, que solamente sabían agredir. Y hoy día hay una parroquia salesiana ahí que forma jóvenes y chicos, con sus escuelas, sus cosas”.

Relee, por favor, la historia y dale dos vueltas

¿Quién es capaz de reaccionar así y sobre la marcha -nunca mejor dicho- ante una agresión inopinada e injusta?

Cuando te pegan una pedrada en la vida, ¿no se te llevan los demonios?

Si te lanzan una piedra, lo normal es que pienses: ¿por qué me la tiras a míDon Bosco sin embargo -y esto es lo excepcional- pensó: ¿por qué él? ¿qué tendrá en el corazón ese pobre mozalbete de lo que quiere deshacerse a pedrada limpia?

Cuestión de perspectiva… Puedes pensar en ti… o pensar en él.

En mi post No te tomes tan en serioenlace– te animaba a un “con las piedras que me arrojáis construyo los escalones que llevan a mi casa”.

Don Bosco va más allá y, cuando se la lanzan, piensa: con las piedras que me arrojáis construyo los escalones que os llevan a vuestra escuela.

No sé si te ha quedado claro… pero lo de la pedrada providencial es blanco y en botella. O verde y con asas. ¿O no?

6 comentarios en “Una pedrada providencial

  1. Muy buena anécdota José. A menudo me ocurre algo parecido en mi profesión: quien menos quiere la ayuda es quien más la necesita… y quien más la agradece posteriormente.

    Me ha quedado verde y en botella 😉

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  2. ¡Qué razón tienes!
    En mi vida he tenido la dicha de haberme encontrado con varias situaciones que, a primera vista, me resultaron duras, incluso muy duras, y al cabo del tiempo me descubrieron su verdadera naturaleza: eran estupendas oportunidades y bendiciones; no estoy hablando de pequeñeces sino de hechos que en su día califiqué de desgracias.
    Por eso incluí en mi último libro «Educar no es domesticar»: http://www.sekotia.com/catalogo/opinion-y-ensayo/1572-educar-no-es-domesticar.html un apartado titulado «¿Miedo a lo desconocido?», pregunta a la que yo mismo contesto: ¿Y si es bueno?
    En gran medida la Educación consiste en «dar la vista a los ciegos y oír a los sordos» ayudando a los alumnos a «ver» más allá de lo que físicamente pueden percibir.
    En este sentido me preocupa la repetición acrítica de la idea de que la solución a los problemas sociales y personales es la educación, sin más. Creo que hay que matizar a qué educación nos estamos refiriendo ya que percibo al menos dos grandes tipos: la que libera al ser humano y la que le condiciona. Esta idea es la que he intentado plasmar en dos de mis recientes tuits:
    «La BUENA #EDUCACIÓN fomenta plenitud = sana ecología humana y ambiental. La persona (cada persona) lo primero»
    «La MALA «#educacion» consolida el paradigma tecnocrático-economicista y despersonaliza, o sea deteriora la Humanidad y la Naturaleza.»
    Seguiría escribiendo párrafos y párrafos, movido por tu sugerente idea de «pedrada providencial», pero en unos minutos intervengo en un congreso educativo y, muy a mi pesar pero con alivio de quien vaya a leer esto, tengo que acabar.
    ¡Gracias!
    JF

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    • José Fernando, amigo, es un lujo leerte. Vaya pastel más sabroso le pones a un post que, a lo más, sirve de guinda. Espero comprar tu libro y leerte mucho para ganar en esa educación de la buena que debemos recibir (y buscar) cada día. Feliz domingo… y congreso! Un abrazo grande

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  3. La verdad que no conocía la anécdota de Don Bosco, pero no le desentona nada nada. Gracias José por compartirla. Ten pon seguro que la usaré en más de una ocasión. Es como en la película de Dr. Jekyll y Mr. Hyde.“Quiéreme cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite”. El Dr. Jekyl le dice esto a su prometida. En educación también debemos querer más a nuestros chicos cuando menos se lo merezcan. Un buen ejemplo de Don Bosco.

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