Las personas estamos dotadas de capacidades diversas. Todas somos distintas o, por decirlo mejor, únicas. Las hay más altas, más bajas, más o menos guapas (aunque… para gustos están los colores), más rubias, más morenas, mejores y peores con las matemáticas, con los idiomas, con el dibujo o la música… Pocos muy buenos en todo y yo diría que ninguno malo en absoluto y sin remedio, si le ayudamos y queremos y él también se pone a ello.
Suelo repetir, una vez y otra… y otra más, que cada uno debe hacer lo mejor posible aquello que más le gusta, que suele coincidir con aquello para lo que está mejor dotado, donde “da más”. Así uno se siente feliz consigo mismo y aporta lo mejor a la sociedad. Hasta ahora me estoy refiriendo a las capacidades.
Naturalmente, hay personas que con similares capacidades iniciales crecen de manera diversa, trabajan más o menos sus talentos -la actitud, los buenos hábitos son esenciales-, o se ven rodeadas de unas u otras circunstancias y aportan diferentes resultados para sí mismos, para los suyos y para la sociedad de la que forman parte.
Siempre advierto a mis hijos (tengo cinco, cinco distintos) que si todo el mundo fuera notario –o ingeniero- probablemente no tendríamos pan crujiente todos los días: necesitamos, también, panaderos. A la vez, les advierto que prefiero mil veces un excelente panadero a un mediocre notario o arquitecto.
La excelencia se puede alcanzar en todos los oficios y la dignidad profesional es idéntica cuando éstos se ejercen de forma competente, cuidando los pequeños detalles y volcándose en el servicio a los demás.
Me viene esto a la cabeza cuando acabo de leer en El Mundo “La tierna historia detrás de una foto: el policía que cantó a una niña para que no viera ‘el horror’”. Te dejo un enlace aquí (haz clic, si te interesa), para que la puedas leer.
Sabes que me encantan las buenas noticias (te lo conté en otro post, del que también te acompaño un link por si te interesa verlo).
En la noticia de El Mundo se constata cómo en un momento terrible (un grave accidente de tráfico) una persona, un profesional, un policía –este es el caso- se preocupa de entretener, de distraer, a una pequeña de dos años (cuyo padre acaba de fallecer) para impedir que pueda percatarse mínimamente del alcance de la tragedia. El agente se llama Nick Struck.
Mientras las asistencias atienden a los heridos: la esposa y cuatro hijos del fallecido conductor, el agente Struck -seguro que entre sus obligaciones reglamentarias no constaba ésta- se dedica a cantar la famosa canción “Twinkle, Twinkle, Little Star”.
«Me acuerdo –dice Nick- que cuando yo estaba sosteniéndola se agarró de mi brazo, que es algo que mi hija hace, y siguió el ritmo de la música, ‘Twinkle, Twinkle’. No soy médico, pero sé cómo dar un abrazo a alguien, y sé que cualquiera de los funcionarios en la escena habría hecho lo mismo», comentó el policía.
Hoy quería traerte esta pequeña gran historia que pretende ser un homenaje de reconocimiento y gratitud a todas esas personas anónimas que, día sí, día también, cumplen su labor lo mejor que pueden. En su día, te traje al conserje Tomás (que protagonizó una de las entradas del blog), pero podría hablarte de tantas y de tantos…
Sin ir más lejos, podría centrarme en la comunidad educativa (que es la que me toca más de cerca). Hoy, sin embargo –espero que no se sorprendan si leen esta entrada- acabo el post mencionándote a unos profesionales que me han acompañado en mi diario quehacer por la Comunidad Foral en estos últimos cuatro años. Los traigo a modo de ejemplo –pues ejemplares han sido-. Vaya mi reconocimiento y gratitud para José Félix y Víctor, que tantas veces consiguieron conducirme a tiempo a las distintas actividades de bien diversos colegios de Navarra. Y ello, a pesar de que no siempre se lo puse fácil… El consejero “se olvida del reloj” cuando está feliz entre chavales y profesionales docentes. Gracias, también, a dos policías, Pedro y Alberto, que –como Nick- han sabido dar siempre lo mejor de sí. Cuatro personas que se hacen querer, cuatro para mí grandes funcionarios. De quitarse el sombrero. Y podría seguir mencionando…
Con ellos, y con tantas y tantos como me han acompañado en un trayecto que está llegando a su estación término, puedo garantizarte que hay futuro para nuestra sociedad. Si queremos, lo hay. Y queremos.
Porque las buenas noticias dependen de las buenas personas. Y éstas, abundan. Aunque sólo a veces salgan en las noticias. ¿A que sí, Nick?
No encuentro palabras que decir. Lo único que me sale es animaros a que la leáis muy despacio.
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Muchas gracias, Begoña. Siempre hablo de que tengo un gran equipo de colaboradores. Y en él no sólo están los directores generales (que también). Un abrazo para Pedro y otro para ti
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Muy bonito Jose. Cada día escribes mejor.
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Muchas gracias, Luis. Se nota que eres amigo… Además, estoy seguro de que a ti, compañero del alma, también te ha ayudado mucho tener a tu lado a «tu» José Félix, «tu» Pedro, etc. Grandes profesionales y, lo que es más importante, buenas personas. Un abrazo fuerte
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Gracias por recordarnos que todos» sumamos».La sociedad necesita la suma de todas las personas que buscan hacer el bien. Y eso nos atañe a todos. Y cada uno tenemos mucho que dar, cada persona desde su lugar.
Una gran «máxima» » Pasar por la vida haciendo el bien» Esto está al alcance de todos.
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Muchas gracias, Belén! Tu comentario también suma y nos hace pensar. Feliz noche
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