Tú sigues siendo Superman

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De pequeños, queríamos ser Superman. Y salvar al mundo del acecho de los malvados.

¡Qué bien sonaba aquello de jugarnos la vida por un ideal!

Crecimos. Se nos cayó la capa roja, se soltó del traje azul; y hasta el emblema amarillo, estilizado, con su gran «S»…

Hoy, aquellos sueños nos producen cierta nostalgia. Sabemos que ni fuimos, ni somos, ni seremos Superman.

Es más: algunos puede que estemos ya en situación de irnos conformando con no tener demasiadas «goteras» y con que, cuando salimos a pasear junto a nuestros hijos… no aceleren el ritmo más de la cuenta.

No debemos perder el idealismo

Una cosa es que la hayamos atemperado y otra que no quede nada de aquella vieja y sana aspiración  infantil de «entregar» lo mejor de nosotros mismos por una causa noble.

Ciertamente, queda desterrada la idea de sobrevolar rascacielos, derrotar malvados como Lex Luthor y compañía, batirnos contra androides alienígenas… o simplemente, poner en riesgo la vida.

Ello no resta un ápice a la heroicidad cotidiana que hoy se nos pide y que, sabes bien de qué hablo, intentas practicar.

Esa es más heroica por discreta, por doméstica. No tiene capa, ni disfraz.

Hoy la heroicidad la puedes encontrar…

  • En quien emprende, con ilusión y cierto riesgo, un pequeño negocio, que le quita el sueño… y propicia que otros trabajen.
  • En quien dedica parte de su tiempo a servir a los demás como concejal de su pueblo.
  • En quien, ya con su titulación, continúa estudiando -sin exámenes a la vista- para estar a la última y  poder desempeñar mejor su labor.
  • En quien atiende con delicadeza y comprensión a un paciente a veces impaciente. O inquieto.
  • En quien ayuda a un alumno con problemas, aunque se ha cumplido la hora
  • En quien se ofrece como voluntario y se entrega a una causa en la que ganamos todos.
  • En quien se hace donante. Y descubre cuánto recibe quien da…
  • En quien acompaña a ese hijo que aún «pelea» con los libros… que debería haber mirado antes. O que necesita un gesto de ánimo y solidaridad. Ya sabéis que hay veces en que en casa todos -he dicho todos- estamos de exámenes cuando está Juan.
  • En quien escucha a los mayores incluso si alguna vez uno se repite. Víspera de nuestros días. Víspera de nuestros días.
  • Y entrando «hasta la cocina», en quien tiende la ropa, a pesar de que ¡está jugando el Madrid!, coge una escoba y… una sonrisa, aunque está «doblao», o mete los trastos en el friegaplatos, soñando con ir al sofá…

La heroicidad de realizar con buen ánimo las muchas pequeñas cosas del día a día, que no siempre apetecen pero que hay que hacer. Y que además quieres hacer con una sonrisa. Porque querer no es desear.  Es mucho más que eso. Desear le puede pasar -o no- a cualquiera. Y lo importante es querer, aunque no te apetezca. Eso sí que es de superhéroe.

Por eso la heroicidad está más en el minutero del reloj de pared de tu casa, del de tu trabajo, que en un calendario de grandes eventos.

No se trata, como creíste de pequeño, de “dar la vida”. Se trata de “darte en la vida”. Ahí está la dificultad. No en la gran heroicidad de una tarde, sino en los pequeños esfuerzos tarde tras tarde.

Alguno dirá que eso no es vivir, sino la muerte a pellizcos. En tal caso, no ha entendido nada. O no ha querido entender.

Esta incoherencia me recuerda a la de aquel joven y utópico comunista que decía a un amigo: «Si yo tuviera una casa, la compartiría. Si yo tuviera una huerta, la compartiría. Si tuviera un coche, lo compartiría. Y si tuviera una moto… Ah, para, no… ¡que moto, tengo!».

Pues eso, amigo Superman. Te toca ser héroe. Eso sí, de lunes a domingo (ambos inclusive). O, como ahora se dice, 24/24, 7/7, 365/365.

Héroe de esos que no salen en el telediario, ni ocupan reportajes de televisión.

Ponte la capa. Y vuela… ¡que la niña llega tarde al cole!

Tú sigues siendo Superman.

16 comentarios en “Tú sigues siendo Superman

  1. No encuentro un calificativo que refleje «fielmente» la calidad de este artículo.
    Dicho ésto, me gustaría aportar algo que observo en los tiempos en que vivimos en los que tan difícil, incluso a veces se convierte en misión imposible conciliar la vida familiar con la profesional, como es el que los padres por encima de dar «regalos» (móvil, tablet, ordenador, etc.) a sus hijos, les den su tiempo y cuanto más escaso sea éste, tenga una mayor calidad. Estoy convencida de que en el fondo eso es lo que buscan los hijos en sus padres. Esto es lo heroico de cada día, pero a su vez lo más gratificante.

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  2. Me gusta la filosofia de hacer un mundo mejor, de ayudar a los demas, de pensar en el projimo mas que en uno mismo. En nuestra sociedad occidental se habla mucho de egoismo, de los ricos, de la separacion cada vez mayor de las clases, sin embargo hay millones de personas que viven ese heroismo en sus casas, en sus trabajos, en sus comiunidades. Espero que este blog incentive a los que lo lean a mejorar o aumentar su contrbucion a la sociedad en la que viven

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    • Muchas gracias, Manuel. Con que pensásemos en el prójimo tanto como en uno mismo, se producía el milagro… Cada día, cada gesto, cada momento importa. Besos a todos los Boado!

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  3. Aúpa ahí, granito a granito se hace granero, y como bien dices, no se trata de mirar alrededor y ver qué hacen los demás sino lo qué podemos hacer, aunque a veces y en ciertos momentos casi podríamos necesitar que otros se fijaran en nosotros.

    Muchas gracias de nuevo por el ratito de lectura

    P

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  4. Gracias por este artículo en nombre de los millones de supermanes que nos acompañan por la vida. Se corre el riesgo de que pasen desapercibidos por lo cotidiano de su labor. Pero merecen reconocimiento y gratitud sin límite.

    Me gusta mucho la coherencia y la estructura de tu pensamiento, que a través de este escrito, con sun pertinentes enlaces, muestras.

    Gracias por todo.

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    • Muchas gracias, Ramón. Muy interesante comentario! Es verdad que cada Superman «ordinario» y su labor, a menudo desapercibida, merecen el mayor reconocimiento y gratitud. Un saludo cordial.

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  5. Me ha encantado, está genial y refleja el sentir y el vivir de cualquier ciudadano. Jamás podría escribir y detallar los sentimientos como tu lo haces. No dejes nunca de escribir.

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    • Me alegro de que te guste, Elena. Yo no podría llevar a cabo tu magnífica labor en el ámbito del voluntariado con tanta eficacia y perseverancia. Lo de escribir…1% inspiración y 99% «transpiración». Un abrazo y mil gracias

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  6. Tienes toda la razón ,ser madre o padre representa una gran heroicidad en el sentido griego del término: mostrar extraordinarias capacidades para afrontar todo inconveniente que se interponga en su camino
    Los padres son héroes cotidianos y reales. Porque la heroicidad, lejos de los estereotipos artificiales, está en su jornada diaria(laboral,familiar,personal) de los progenitores: en el cambio de pañales, en la explicación de una asignatura al volver tarde de una reunión, en jugar con ellos antes de cenar y dejar el trabajo para cuando se han acostado, en llevarles al colegio, en levantarse temprano el fin de semana para acompañarles a entrenar con su equipo y en otros muchos momentos en los que muestran su amor anteponiéndolo a sus intereses y voluntades.Como dice Begoña Echaurri,héroes con una «misión imposible»,que como héroes consiguen sacar adelante.

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    • El heroísmo que se plantea aquí, Milady, no es otro que el de la capa del servicio (a veces esforzado, pero siempre querido) a los demás y la “lucha” en las búsqueda del bien común. Y eso, más que antiheroísmo o heroísmo, no sale en las películas ni en los periódicos. Es un liderazgo normalmente discreto, reservado. Pero que se puede sentir y notar. Y que anima -sin pretenderlo- a emularlo.
      Feliz domingo y muchas gracias por comentar!

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