Cuentan que alguien le comentó a Jacinto Benavente: -«Usted, don Jacinto, siempre habla bien de Valle-Inclán y en cambio él siempre habla mal de usted». -«Tal vez los dos estemos equivocados», respondió Benavente.
Si al escritor madrileño le concedieron el Nobel de Literatura, el filósofo Sócrates es también un referente universal como orador. Murió envenenado, pero no fue precisamente por morderse la lengua…
Seguro que conocéis lo de «los tres filtros» de Sócrates, un hombre que manejaba el discurso con brillantez: Hay TRES PREGUNTAS que debemos formular, o formularnos, ante la ocasión de HABLAR DE OTRO:
Lo que quieres contar…
- ¿tienes certeza de que es verdadero en todos sus extremos?
- ¿Es algo bueno para alguien?
- ¿Es necesario, útil, saberlo?
Se trata de no incurrir en lo que se conoce como «hablar por no callar». O en riesgos mayores.
Más allá de los filtros socráticos, es interesante contar con otras CLAVES ÚTILES cuando lo que se plantea no es hablar de otro sino HABLAR CON OTRO.
Te menciono diez:
-
Antes de hablar, escucho. Debo prestar atención a quien se dirige a mí. Y a aquello que me quiere decir. Es una muestra de respeto y suele ser de utilidad. Se trata, además, de escuchar para comprender y no simplemente de escuchar para contestar.
-
Pienso antes de hablar. Es -nunca mejor dicho- razonable y sensato: no muevas la lengua sin antes haber «movido» la cabeza. En ocasiones hay que darle un par de vueltas…
-
Escucho más de lo que hablo. Recuerda: tenemos dos orejas y una boca. Y, cuando hablo con alguien, he de ser consciente de que más de una vez lo que tengo que decir… suele interesarme más a mí que a mi interlocutor. Además, el silencio «doméstica» el ego. Nunca viene mal…
-
He de ser oportuno: escoger bien la ocasión, el lugar, el modo adecuado… «Más vale una palabra a tiempo que cien a destiempo», decía Cervantes.
-
Debo medir el tono y las formas. Elevar la voz, gesticular vehementemente, descalificar… no me da más la razón. ¿Por qué decir mal lo que puedo decir bien? Un comentario con respeto ¡cuánto puede ayudar! Si es hiriente ¡qué gran daño puede ocasionar! Observa la diferencia entre «bien-decir» y «mal-decir»; y sus efectos.
-
Debo expresarme de manera clara y sucinta. Cuando he de exponer algo, es importante ser diáfano y conciso y utilizar adecuadamente las palabras. No hay que irse por las ramas o «por los cerros de Úbeda».
-
La empatía y la prudencia son esenciales. Intenta ponerte siempre «en los zapatos» de la otra persona. Y recuerda que «por la boca muere el pez» o -si lo prefieres- que «el hombre es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios». Aunque nunca olvides que la prudencia no es ser timorato, sino distinguir lo bueno y lo malo y escoger lo primero. A veces, la prudencia exige hablar.
-
La discreción, una virtud. A pesar de que, en ocasiones, la tentación al chismorreo pueda ser grande… sé reservado. No siempre es fácil. Nos decía Hemingway que «se necesitan dos años para aprender a hablar… y sesenta para aprender a callar».
-
Ser coherente es fundamental. Hay que predicar con el ejemplo. Tus palabras deben ser avaladas por tu conducta. El ejemplo arrastra… y la incoherencia es letal.
-
Habla sólo si eres capaz de mejorar el silencio. A veces no es fácil; hay silencios elocuentes.
Leí una vez que dicen que el silencio es oro… aunque la frase completa, a decir verdad, era: «Dicen que el silencio es oro… pero si tienes niños, ¿qué estarán tramando?».
Lo correcto es guardar silencio cuando no se pueda decir algo positivo de un apersona. Esto a veces es difícil de conseguir.
Es frecuente observar la vehemencia con la que hablan algunas personas, llegando incluso a la agresión verbal. Cuando presencias una situación así, es muy incómodo permanecer presenciando esa situación. Lo mejor es irse y no contribuir a mantener esa situación.
Me gustaMe gusta
Las dos primeras líneas me las repetía mi padre, todo un referente para mí. Gracias por tu comentario, Begoña. Un saludo
Me gustaMe gusta
Una persona muy cercana utiliza a menudo: «dos orejas y una boca», cada día estoy más convencida de la importancia de esto y cada día lo intento recordar.
Me gustaMe gusta
Todos debemos interiorizarlo más. Gracias por compartir tu opinión, Marta.
Me gustaMe gusta
¡Muchas gracias; tomo buena nota!
Me gustaMe gusta
Muchas gracias a ti por compartir tu opinión. Feliz semana!
Me gustaMe gusta
Muy bueno el artículo
Me gustaMe gusta
Muchas gracias! Me alegra saber que te ha gustado. Feliz tarde!
Me gustaMe gusta
Toda una hoja de ruta. Estupendo!
Me gustaMe gusta
Muchísimas gracias, Ana! Aprovecha lo mejor que tiene el blog: vuestras aportaciones. Gracias por participar. Un saludo muy cordial
Me gustaMe gusta
Cuántas maravillas y sentido común nos transmites con tus palabras… Estoy segura de que tus aportaciones nos hacen mejores personas. Mil gracias!!!
Me gustaMe gusta
Muchas gracias por tus palabras, Marcí. Espero que nos ayuden a todos. También al que escribe los posts, que siempre ha de mejorar como cualquier ser humano. Tenemos mucho recorrido por avanzar!!!
Me gustaMe gusta
Que gran verdad, gracias por verbalizarlo.
Me gustaMe gusta
Me alegro de que te parezca así, Isabel. Muchas gracias a ti y muy feliz domingo!
Me gustaMe gusta
¡Ay, nuestro amigo Sócrates! Siempre está ahí para recordarnos verdades palmarias, menos mal que nuestra cultura cuenta con sabios de gran talla. Muchas gracias, José, por traérnoslo a la memoria 🙂
Me gustaMe gusta
Muchas gracias por tu comentario, Edita! Sócrates es todo un referente. Y, además, me da mucho juego en el blog, jeje! Un abrazo y buen inicio de semana!
Me gustaMe gusta
¡Qué gran decálogo! Cuánto mejorarían nuestras relaciones si estas claves fueran el fundamento de nuestra comunicación… Se nos olvida que con las palabras podemos recorrer la gama de la acaricia a la bofetada. Por eso hay que aplicar en nuestra comunicación prudencia, empatía, caridad, humildad y un sinfín de valores que hagan nuestra aportación constructiva.
¡Cuán difícil resulta hoy en día el ejercicio de la benedicencia! Envidias y rencores aparecen como fundamento de esta situación. Y con el mal, no se logra el bien… Otras veces como se señala en el post, el problema viene de «hablar por no callar» ¡Si no hace falta! Y el que mucho habla, mucho yerra.
Me ha encantado José. Qué bien nos vienen tus indicaciones
Me gustaMe gusta
No voy a resaltar lo bien que escribes, Natalia, pues a la vista está: en la forma y en el contenido. Ahí está como referente (un lujo para este blog) tu post sobre conciliación. Mucha claridad, mucha enjundia y mucho sentido común. Y quien no lo haya leído aún que se ponga a ello. Merece la pena! Un abrazo y muchas gracias, en este caso, por tu interesante y amable comentario!!
Me gustaMe gusta
¡Buen catálogo, José! Gracias.
Cada día crece en mí la creencia de que la mayor parte de los conflictos se debe a una comunicación deficiente, por exceso, por defecto, por falta de habilidad para expresarse, por falta de comprensión, por atribuir al otro intenciones que… quizá no tenga, etc., etc., etc.
En mis clases recién comenzadas de la asignatura «Ciclos vitales y comunicación en la familia» del «Máster universitario oficial en Orientación Educativa Familiar» de la UNIR les digo a los alumnos que más que aprender a usar técnicas de comunicación (que no vienen mal) se deben crear, mantener y desarrollar vínculos valiosos con las personas; en concreto juego con una «degradación» de la palabra «comunicación».
COMUNICACIÓN… COMUNIcaciÓN… COMUNIÓN.
Cuando hay vínculo sincero, profundo, benevolente, no hay que estar midiendo la cantidad de palabras; hablan las palabras,los silencios, los gestos, el ser completo.
Fuerte abrazo,
@JFCalderero
Me gustaMe gusta
Un fuerte abrazo y muchas gracias por tus palabras, amigo JF. Contigo es fácil esa común unión. La pones muy a tiro. Siempre. Más allá de las mamparas!
Abrazo fuerte!
Me gustaMe gusta
«Si lo que vas a decir no es más importante que el silencio, cállate» (Proverbio árabe)
Me gustaMe gusta
Muchas gracias! Y, a veces, el silencio es tan importante…
Feliz domingo!
Me gustaMe gusta
Yo veía por la tele a veces en la 2 estudio estadio o en las tertulias en la radio después de partidos o antes de que se jueguen, pero he dejado, porque me parecen lo mismo y a veces estaba incómodo escuchando por no respetar los turnos. Se hace imposible entender qué es lo que opina una persona o las otras.
Me da la sensación o parece que el que más habla y más se le oye en ese bullicio es el que más sabe y puede que no.
Buen post.
Me gustaMe gusta
Hola, Gonzalo.
Muchas gracias por tu comentario.
Tienes mucha razón.
Creo que entre los últimos posts del blog hay un par, uno sobre aprender a escuchar y otro sobre el silencio, que te gustarán.
Un abrazo y muy feliz día!
José
Me gustaMe gusta
Muchas gracias ya leeré esos posts.
Buen día para ti también.
¡¡Abrazoo!!
Me gustaMe gusta
Otro fuerte para ti!
Me gustaMe gusta
Fantástico post. Me ha encantado el resumen de recomendaciones. Muchas gracias por compartir y recordar la importancia de comunicar en positivo.
Me gustaMe gusta
Muchas gracias, Jordi. Qué grande eres! Un abrazo
Me gustaMe gusta