
Daniel, amigo lector, me sugiere que hable de los alumnos con necesidades educativas especiales. Les tengo (lo entenderéis) un especial cariño: siento una especial debilidad por los más débiles o por los que podrían correr más riesgos si no les atendiéramos adecuadamente.
Su dignidad, idéntica a la de las demás personas, conlleva su derecho a la igualdad de oportunidades. ¿Que sus necesidades educativas son diferentes? Precisamente esa situación diversa ha de compeler a las administraciones públicas a garantizarles los apoyos efectivos que propicien su mejor desarrollo personal y profesional; a ayudarles a sacar lo mejor de sí mismos.
No todos estos alumnos, ni sus familias, tienen las mismas necesidades. Los hay con un importante grado de dependencia, los hay con situaciones o afecciones menores y con un buen pronóstico, los hay con altas capacidades… En fin, todo un abanico de condiciones o de circunstancias… a atender con especial esmero.
Recuerdo -permíteme el inciso- que inauguré oficialmente mi primer curso como consejero de Educación de Navarra en un colegio público: este, especial. Intenté, con ello, expresar mi compromiso irrenunciable con esa parte de nuestra comunidad educativa y con cada uno de sus miembros.
Mi labor en Educación me ha llevado a ratificar, difundir y defender varias convicciones
- Todas las personas somos iguales en dignidad y derechos: y eso se tiene que concretar en todas nuestras «políticas».
- Hay que ayudar más a quien más lo precisa. A cada cual según lo necesita. Es de justicia.
- La vida, derechos y oportunidades de todos hay que defenderlos en los nueve meses de embarazo y, coherentemente con ello, tras el nacimiento hasta la muerte natural. Y no sólo con la palabra (que también).
- Debemos detectar cuanto antes la situación y necesidades, en este caso educativas, de cada persona.
- A la detección temprana le ha de seguir una actuación inmediata: complicidad y compromiso entre el colegio y la familia y con el alumno; apoyos y recursos educativos suficientes, evaluación adecuada…
- Las familias o los alumnos afectados pueden ser personas «sufrientes» y por lo tanto es esencial comprenderlos, «ponernos en sus zapatos» y cooperar a que cada uno de ellos dé lo mejor de sí mismo desde el punto de vista personal y académico.
- La mejor herramienta pedagógica (aunque no la única) es el cariño.
- Necesitamos alumnos felices: esto vale para todos; y no quiere decir -a veces al contrario- que haya que darles siempre aquello que puedan «apetecer».
- Un chaval con necesidades educativas especiales con frecuencia da a la sociedad más de lo que recibe de ésta.
- Tenemos profesionales como la copa de un pino. Y todos (y empiezo por mí), el reto de mejorar día a día nuestra aportación para construir una sociedad más justa, más humana.
- Ocuparnos de estas personas, de cada una de ellas, nos ayuda a hacernos mejores.
Podría compartir muchas más cosas, pero se me van los tres minutos del post… Acabo -provisionalmente- con una: en este ámbito no cabe la menor autocomplacencia, siempre hay camino por recorrer. Aunque ya solo por haber podido ayudar a que alguna de esas personas con importantes necesidades educativas especiales cambie su vida para bien, habrá merecido la pena haber sido consejero de Educación; incluso en los tiempos más duros, en los de mayores penurias económicas y políticas. Bastaba una sonrisa: la del chaval, la de su familia… E incluso sin ella, me basta -seguro que a su profe también- haberle ayudado.
No tiene necesariamente que ver con esto, pero es una cuestión que me preocupa mucho (hablando de la felicidad de todos los alumnos): la autoestima. Esencial.
Os invito a que veáis este breve vídeo. Me encantó.
Son algo más de tres minutos, pero ¡mucho mejores que el post!
¿Me ayudas a difundir? Harás bien… Bien, a alguien que lo necesita.
¡Un abrazo y muchas gracias!
Doy fe en primera persona de que en tu etapa de consejero ayudaste y mucho a los alumnos con necesidades eapeciales y a sus familias. Empezando por mi hija y por mi misma. Muchas sonrisas nos arrancarse, ya lo creo.
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Muchas gracias. Me alegro de esas sonrisas. Solo hice lo que debía. Confío en que, allí donde os lleve la vida, encontréis personas que os muestren apoyo, cariño y… os den y os arranquen las mejores sonrisas. Has alegrado mi día. Un abrazo y muchas gracias
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Es muy importante apoyar la detección, diagnóstico e intervención en las N.E.E. ya que todos las tenemos. Solo el concepto de considerar «especial» a alguien ya es un indicativo de que «los demás» somos «normales»; ¿Cómo definiríamos «normal»?
Creo que ignorar, o no atender debidamente, las N.E.E. o no tener en cuenta las N.E.P. (https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/13254/62847_Garc%C3%ADa%20Barrera%20Alba.pdf?sequence=1), es una de las nefastas consecuencias de conceptuar la educación como si se tratase de una actividad industrial.
Aunque de tu estupendo artículo hay tantos aspectos dignos de mención que me llevaría horas comentarlos, y aplaudirlos, me limito a aportar algo a tu idea de que «La mejor herramienta pedagógica (aunque no la única) es el cariño»: http://www.institutoprekop.com/congreso/
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¡Muchísimas gracias! Eso es vital: que aportaciones como las que nos regalas, nos ayuden a todos.
Nos vemos pronto! Un abrazo grande!
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